Balaídos sirvió de tumba e incubadora para el Barcelona. Un primer tiempo dominante que dejó destellos de lo que es capaz el equipo cuando se alinea en el mismo objetivo. Los segundos 45  minutos, cara opuesta totalmente de cara a la galería, que sigue con la sensación de que el vestuario culé debe ser un auténtico caos, aunque nadie está por la labor de descifrar misterios a estas alturas.

El grito del niño que nace y se enfrenta por primera vez al mundo se escuchó en cada gol del Barcelona ante un Celta que presentó más desorganización que cualquier otro error de bulto, capitalizado por el equipo de Barjuan que volvió a ver a Ansu Fati salir del campo con molestias y ahora con un mes de baja.

El único dato amargo era la posesión, de 57%, un número positivo pero muy bajo para un equipo que está acostumbrado a mantener el balón y empujar con el mismo, siendo el arma principal para atacar y defender si es necesario. Xavi, que algo sabe de eso, tendrá mucho trabajo con una plantilla que sigue desconcertada.

Tras el descanso, el derrumbe. El Barcelona salió al campo con la victoria parcial 3-0 que le mantenía lejos de la cima pero en la senda de la recuperación, aunque también se coló algo de confianza y de a poco se le fue escapando el dominio, el control y la calma, con esto también el balón, cerrando el partido con empate a tres goles, un segundo tiempo de 40.6% y promedio de 47.6% de posesión.

Solo el Bayern logró arrebatarle el balón al Barcelona esta temporada y lo pagó caro con un 0-3 en contra. Deja vu para los culés que en su segunda ocasión con menos tenencia de pelota, vuelve a encajar tres tantos y con esto, una nueva derrota, moral obviamente, pero más que negativa para un equipo con pocas ideas y propuestas sin importar quién sea el entrenador de turno.

Especialista

Koeman no apuesta precisamente por tener el balón con exceso, Barjuan viene de una cantera que sigue apostando por el toque de pelota pero con algunas variaciones en los últimos años. Ahora Xavi, especialista en la posesión ofensiva, tomará el rumbo del club y un vestuario más que fracturado en el que hasta Ter Stegen está en duda actualmente.