Ronald Koeman hizo fuerte a su FC Barcelona la temporada pasada con el sistema de tres centrales y dos carrileros. El holandés instauró esa formación en la segunda mitad de la última campaña y consiguió que su equipo compitiera en Liga y ganara la Copa del Rey con el 3-5-2. Aunque el técnico también usó el clásico 4-3-3 e incluso una especie de 3-4-3, su sistema preferido fue sin duda el de tres zagueros y dos delanteros.

Este curso, el míster todavía no había usado esta formación de tres defensas, pero contra el Bayern de Múnich no se pudo resistir, y aprovechando las múltiples bajas que había en la delantera apostó por ese cambio. El Barça salió con Ronald Araújo​, Gerard Piqué y Eric García atrás, y con Sergi Roberto y Jordi Alba en los costados. Arriba se quedaron Memphis Depay y Luuk de Jong, que intentaron hacer de Antoine Griezmann y de Leo Messi, que fueron quien más jugaron allí el año pasado.

Sin embargo, pese a las buenas intenciones de Koeman, que buscaba reforzar la defensa con la inclusión de los tres centrales, el resultado contra los bávaros no fue el esperado. Los barcelonistas sufrieron mucho en defensa, pero también con la pelota, con la que no supieron qué hacer hasta bien entrado el partido. De hecho, los catalanes ni siquiera llegaron a tirar a portería en los 90 minutos. El cambio de sistema, por lo tanto, no funcionó y dejó en evidencia tanto al entrenador como a todos sus jugadores.

Salir con tres atrás hizo que el Barcelona se acomodara y prefiriera salir más conservador de lo habitual. Aunque los culés fueron arriba a buscar al Bayern, la presión solo la ejercieron Luuk De Jong, Depay, Frenkie de Jong y en ocasiones Pedri, quedando Busquets en tierra de nadie. La idea parecía ser defenderse de los germanos y evitar que saliesen en manada a la contra, por eso los culés renunciaron a intentar mandar con el balón, algo que pagaron caro.

La vuelta al 4-3-3 le dio otro aire al Barça

Los de Julian Nagelsmann hicieron valer su mayor físico y en estos momentos su mayor fútbol, y fueron los dominadores del choque durante casi todo el encuentro. El único momento en el que el Barça se creció algo y empezó a dar mejores sensaciones fue cuando Koeman cambió de formación al 4-3-3 con la entrada de los Gavi, Yusuf Demir o Philippe Coutinho, que por lo menos le dieron otro aire al equipo en los últimos 20 minutos.

Quién sabe qué hubiese pasado si el técnico hubiese apostado por el 4-3-3 desde el inicio. Puede que el Bayern hubiese aprovechado que atrás hubiese habido más huecos y hubiera goleado aún más. Pero también cabe la posibilidad de que el Barcelona hubiese crecido con la pelota y por lo menos hubiese competido, algo que con el 3-5-2 no sucedió. Habrá que ver si el míster de Zaandam vuelve a insistir con esta variación en los próximos partidos pese al pobre resultado que le dio en este último.