El FC Barcelona aceleró este jueves hacia su quinta final consecutiva en la Copa del Rey con una victoria contra el Valencia, y salvo algunas dudas en lo relativo al estado físico de Gerard Piqué, cerró la semifinal con muchas noticias positivas. Una de ellas hace referencia a las ausencias, ya que los catalanes no perdieron por sanción para el duelo contra el Sevilla a ninguno de sus futbolistas.

Con el encuentro finalizado todo se ve mucho más claro, pero antes de empezar no había plenas garantías sobre el asunto. Mestalla pedía guerra y Luis Suárez y Jordi Alba estaban a una tarjeta amarilla de quedarse sin final, en dos puestos muy sensibles dado el recorrido del lateral y el desgaste defensivo del delantero.

Finalmente no hubo ni riesgos, porque ambos cerraron la boca para minimizar los posibles resultados de una protesta y tampoco se vieron envueltos en ninguna acción polémica. El ritmo pausado del Barça y el esfuerzo colectivo les benefició, porque el catalán tuvo muchos apoyos en defensa y el uruguayo se hartó de sembrar el pánico entre los zagueros rivales, incluso logrando un definitivo, y limpio, robo de balón en el segundo gol culé.

Suárez, con la lección aprendida

Tratándose de dos de las piezas más importantes en el once inicial de Ernesto Valverde, su presencia era vital en un compromiso tan exigente como el que se afrontará contra el Sevilla. El delantero de Salto sabe bien lo que es quedar apartado de una final, ya que además de algunos inconvenientes con su selección, el año pasado fue amonestado en semis frente al Atlético y no pudo estar contra el Deportivo Alavés. Este curso no le ha vuelto a pasar.