Después del mal partido que completó frente al Valencia en los pocos minutos que pisó el césped de Mestalla, y de haberse llevado también algunas broncas de Ernesto Valverde contra la Juventus de Turín, Gerard Deulofeu tenía más ganas que nunca de reivindicarse a base de goles y buen juego este miércoles contra el Real Murcia en la vuelta de dieciseisavos de final de Copa del Rey.

Ante los murcianos el de Riudarenes fue quien más intensidad le puso al ataque del FC Barcelona, aunque curiosamente fue el único que se quedó sin el premio del gol. Corrió de manera incansable, regateó hasta la saciedad y se marchó de rivales a base de explosividad, pero el afán por gustar acabó pasando mala factura a un Deulofeu que estuvo impreciso en los controles, en los disparos y en los pases a sus compañeros.

Dispuso de múltiples ocasiones y hasta envió un balón al palo, pero no era la noche de Deulofeu, cosa que hizo que un sector de la grada del Camp Nou se pusiera nerviosa y empezara a silbarle en momentos puntuales, cuando desaprovechaba alguna ocasión o perdía un balón.

Después de un inicio de temporada irregular, el de Riudarenes parecía haber recuperado la confianza tras algunas jornadas de descanso cortesía de Ernesto Valverde, aunque lo que entonces fueron aciertos de nuevo se han tornado en imprecisiones. Su rendimiento, que había llegado a tener una línea ascendente, ahora ha bajado en picado en el Barça.

Al barcelonismo se le acaba la paciencia

Está por ver si Gerard Deulofeu es capaz de luchar por volver a levantarse y demostrar que puede ser importante en lo que queda de curso, algo que hoy por hoy parece una opción complicada. Aún sin un Ousmane Dembélé cada día más cerca de volver de su lesión, Alcácer y los demás componentes de la 'segunda unidad' están rindiendo mucho mejor que él, tanto en el aspecto individual como colectivo.

La calidad del futbolista es indiscutible, pero debe ser consistente para hacerse un hueco en un equipo con los mejores jugadores del mundo. Está en sus manos, aunque cada vez le quedan menos oportunidades para convencer a Valverde. Y, sobre todo, al barcelonismo.