Thierry Henry estuvo tres años en el Barcelona, jugó 121 partidos y marcó 49 goles. Tiempo suficiente para dejar huella en los aficionados azulgranas, que admiraron su estilo de fútbol elegante y sus definiciones con el interior de su impoluta bota derecha. El francés tuvo un primer año complicado pero la llegada de Guardiola permitió que viéramos una versión que recordó, en algún momento, a la del Arsenal.

Henry formó parte de un tridente que tardarán en olvidar los aficionados azulgranas. Messi, Eto'o y él fueron los delanteros de un equipo de leyenda que ganó el triplete en 2009 de forma aplastante. Con un juego maravilloso, con una efectividad tremenda. El francés estuvo en ese equipo y la banda izquierda fue su hábitat constante.

Henry era un jugador elegante como pocos. Su galopada era nítida, abría el campo y su olfato goleador le permitía sumar también en esa faceta. Combinó a la perfección con Messi y Eto'o. Entendió siempre que era una pieza más del engranaje. No la estrella -algo que por ejemplo Ibra nunca aceptó-.

El francés llegó a Barcelona con el objetivo de ampliar su palmarés y conseguir finalmente una Champions. Lo logró, siendo una pieza fundamental. Ese fue su sueño cumplido y como siempre dice en algunas entrevistas, tendrá un 'agradecimiento eterno' a todo el club y su afición. 

El Bernabéu

Henry, como todos los aficionados, nunca olvidarán aquella mágica noche del Bernabéu, donde el Barça ganó 2-6 con un doblete del '14', que batió a Casillas con elegancia y fue capaz de callar al Coliseo madridista. Sus celebraciones dejaron claro que sentía los colores y siempre se identificó con el club.