Nueve victorias en 10 partidos en LaLiga, líderes en la Champions, solidez atrás, Messi motivado... Solo la Supercopa aparece como borrón en el historial -breve- de Valverde como entrenador del Barcelona. Todo es de color rosa en el club azulgrana, aunque se es plenamente consciente que mantener tales cifras serán complicadas. Son 28 puntos de 30 posibles en el campeonato doméstico, el mejor arranque de siempre, igualando al que hicieron Tito y el Tata. A eso hay que sumarle unas cifras personales más que notables.

Y claro, aunque el juego del equipo no despierte excesiva admiración, los resultados corroboran que se está haciendo un buen trabajo. ¿Hay motivos para pensar que la derrota está cerca? Los hay, porque el equipo sufre en el centro del campo, pero a su vez también hay la tranquilidad de ver que aún queda mucha temporada para llegar al nivel óptimo, y ahí el equipo será más difícil todavía de batir.

En enero volverá Ousmane Dembélé, que actualmente sigue recuperándose de su lesión producida en Getafe. El francés se adapta día a día comiendo con sus compañeros y aunque no pueda entrenar les va conociendo. Sus ganas de volver son máximas, así como su intención de hacerlo más fuerte físicamente. El reto será mayúsculo y la exigencia, total, pero el extremo estará con las pilas cargadas para afrontar tal escalada.

Un gran fichaje

Su regreso supondrá una bocanada de aire fresco para el Barcelona, que actualmente tiene un banquillo bastante limitado en cuanto a recursos ofensivos. Al menos, recursos de los que Valverde confíe ciegamente, porque ni Deulofeu consigue regularidad ni Alcácer entra demasiado en los planes de Valverde. Dembélé dio una asistencia a Suárez en aquel partido que el Barça ganó al Espanyol por 5-0 hace varias semanas. Su velocidad será clave para desbordar a las defensas rivales.