El fichaje de Ousmane Dembélé -más allá del debate de su precio- ilusiona al barcelonismo. Un jugador desequilibrante, el tercer máximo asistente de toda Europa la pasada temporada… y un tipo de sólo 20 años. Toda una carrera por delante. Recién empieza. A día de hoy no tiene techo.

Y su edad, que evidentemente es una virtud -por la proyección-, debe obligar a los aficionados a tomarse sus primeros partidos con mucha paciencia y cautela. Porque no le será fácil -o sí, a saber- verse en un escenario como el Camp Nou, ni se adaptará a las primeras de cambio al estilo azulgrana.

Tiene el talento innato y las aptitudes necesarias para poder carburar en el engranaje de Valverde -que no será el definitivo hasta que pasen unas semanas-, pero no se le debe exigir la perfección desde el primer día -aunque su coste pueda llevar a ello-. Tiene 20 años y debe digerir todas las emociones, asentarse y demostrar porque en la Bundesliga ha levantado pasiones.

Dembélé puede ser un jugador para los próximos 10 años, pero deberá sentir el apoyo de todos y no habría que añadirle presión con la etiqueta de 'sustituto de Neymar'. El brasileño es único en su especie.

Messi, su mejor socio

Es evidente que a Leo Messi se le debe rodear de los mejores. Y el actual mercado ofrecía pocas más opciones -quizás Mbappé-. Aguardaremos impacientes y expectantes para ver cómo puede congeniar Dembélé con el argentino. El francés sabe que con el '10' el fútbol parece más sencillo. Deberá dejarle espacios y aprender a combinar con él. Si lo consigue, que tiemble Madrid.