"A mí me gustaría que el FC Barcelona nos hiciera el pasillo". Cristiano Ronaldo prendió la mecha muy pronto cuando aún quedaban unos días para el Clásico, pero la semana previa se enfangó con los comentarios sobre si el gesto era un acto de respeto o una humillación innecesaria. Hubo opiniones para todos los gustos, pero finalmente lo que no aparecieron fueron las tensiones en el Santiago Bernabéu.

El conjunto azulgrana había aclarado al Real Madrid que al no participar en la competición junto a los blancos, su actuación se limitaría a las felicitaciones ya mostradas, tal y como recordaron Guillermo Amor o Ernesto Valverde, y con la lección bien aprendida, desde la capital no hubo más presiones.

Como ya ocurrió en las últimas semanas con el delantero portugués, sí se realizó el ofrecimiento del trofeo del Mundial de Clubs a la afición, y esta vez Sergio Ramos fue el encargado de recoger la copa y dedicarla a la grada. Sin demasiado festejos pero con una ovación atronadora empezó el tercer Clásico del curso, el primero de los dos que se disputarán en LaLiga.

Susto inicial

Cuando el balón empezó a rodar en el estadio madridista, la mezcla de ilusión y necesidad de los locales a punto estuvo de costar un susto al Barça, que pudo verse por detras cuando no se había llegado a los 5 minutos. En un córners favorable a la escuadra 'merengue', Casemiro peinó un balón en el área pequeña, pero el posterior remate de Cristiano Ronaldo fue invalidado por fuera de juego.