Paulinho Bezerra se convirtió en el gran 'tapado' del FC Barcelona en los primeros meses de la temporada. Con Neymar fugado al Paris Saint-Germain, Ousmane Dembélé lesionado y Philippe Coutinho 'encarcelado' en el Liverpool, el hombre de 29 años por el que se habían pagado 40 millones salió al rescate.

Paulinho empezó siendo el gran revulsivo de Ernesto Valverde. El brasileño solía empezar en el banquillo para saltar el terreno de juego en los segundos tiempos e intentar desatascar los encuentros. Empezó su recital ante el Getafe y llegó a marcar hasta ocho goles. Sin embargo, tras el encuentro contra la Real Sociedad, su progresión frenó.

La caída del rendimiento de Paulinho

A partir del partido de Anoeta, el rendimiento de Paulinho cayó en picado. El 'box to box' del Barça se diluyó como si de un azucarillo se tratara en un notable bajón físico. Su presencia en el campo no era tan intimidatoria, no llegaba con tanta facilidad ni daba la sensación de estar en todas las partes del campo como cuando llegó.

La fatiga física está azotando a Paulinho ya que llegó al FC Barcelona sin descansar después de realizar la temporada con el Guangzhou, por lo que, está sufriendo las consecuencias físicas del desgaste que llevan sus piernas. Lo que en su llegada se convirtió en una ventaja porque le otorgó ritmo, ahora le ocasiona una sobrecarga de minutos que hacen que no pueda rendir al mismo nivel. Lleva un año sin vacaciones, algo que le está afectando.

El plan de Valverde para recuperarle

Ernesto Valverde empezó a dosificar a Paulinho a principios de 2018. El Txingurri sabe que es un jugador importante en sus planes, por lo que debe reservarle para preservar su estado físico con el objetivo de llegar al tramo final de la temporada con un nivel similar al del inicio de curso.

Mantener al brasileño con una carga de minutos que le permita estar en plenas condiciones físicas es un reto. Valverde sabe que necesitará sus cualidades para levantar títulos y lo piensa gestionar con precaución.