El FC Barcelona afrontaba este miércoles un compromiso de menor nivel en la Supercopa de Catalunya, pero además del interés que ambos equipos tenían en la victoria, hubo varios futbolistas que se lo tomaron muy en serio. Entre ellos estaba Yerry Mina, que aprovechó los minutos para seguir creciendo y dejó una de las anécdotas del partido. 

Ocurrió en la tanda que acabó decidiendo el trofeo para los azulgrana, en la que asumió la responsabilidad de lanzar uno de los penaltis, concretamente el tercero. El de Guachené avanzó con parsimonia hacia el área, y por el camino ya esbozaba una sonrisa que intentaba esquivar para mostrar concentración, mientras desde el banquillo le observaban entre alegres y sorprendidos.

El colombiano colocó el balón con mimo, y tras el silbato del árbitro que le habilitaba para disparar, estuvo quieto durante algunos segundos desafiando con la mirada a Pau López. Después, empezó su carrera, tiró, y aunque el catalán adivinó el lado no pudo evitar el gol. Era el 3-1 momentáneo

Aunque dejó muy claro al llegar que no lo haría si consideraba que podría ofender a alguien, Yerry Mina correspondió a una afición a la que se entregó en todo momento con uno de sus clásicos bailes. Sin recrearse demasiado, levantó sus dedos dedicando al cielo y deshizo su camino, mientras esta vez, sí, los técnicos le observaban entre risas.

Yerry Mina, más acertado en la Supercopa 

En lo estrictamente deportivo, la Supercopa fue una buena piedra de toque para Yerry Mina, que demostró sobre el verde que ha empezado a asimilar los conceptos que le piden los técnicos. El recién llegado hizo un esfuerzo por mostrar su versión más práctica contra el Espanyol, recuperando y ocupando su zona, sin arriesgar con los pases y concentrado en todo momento. Va creciendo con el paso de las semanas.