A Robert Fernández le han caído muchos palos en los últimos años por los fichajes que ha realizado -y el balance demuestra que las críticas son justificables-. Pero también hay que saber reconocerle al secretario técnico la habilidad para encontrar jugadores bastante desconocidos a ojos del gran público y que tienen un rendimiento notable.

Son los casos de Samuel Umtiti y Nelson Semedo. El defensa francés llegó a Barcelona con un recorrido correcto en la Ligue 1 francesa, pero tampoco se trataba de un nombre que apareciera en todas las quinielas o se incluyera en los galardones individuales a mejor defensa. Su primera temporada fue excepcional. Fiable por arriba, buena salida de balón, gladiador, efectivo… Se ha adaptado a la perfección.

El lateral portugués ha llegado este verano a Barcelona y sus primeros días no fueron sencillos, sobre todo cuando tuvo que lidiar con Neymar, que se le encaró en un entrenamiento, y no acabó de rendir en el césped -primer y segundo partido, básicamente-. En la vuelta de la Supercopa todo cambió y Semedo gustó a Valverde.

Desde entonces, y a excepción de Vitoria, su presencia en el once titular ha sido más que segura. Velocidad por la banda, solidez atrás y cada vez más atrevimiento para subir al ataque. Técnicamente correcto, físicamente como una moto. Pinta a Umtiti versión 2.0 por su juventud y rendimiento.

Jugadores, no nombres

Queda demostrado, con los dos casos expuestos, que a veces los fichajes no tienen porque ser de jugadores mediáticos para que el equipo mejore o la gente se ilusione. A veces los perfiles bajos suman más y cumplen mejor con las expectativas -las superan, posiblemente-. Es ese el trabajo de la secretaría técnica. Rastrear el mercado y encontrar opciones buenas a coste más reducido -aunque Semedo ha costado lo suyo, pero es muy joven-.