Después de algunos años en los que ha retrocedido algunos pasos en Europa, la Serie A quiere dar un golpe en el verano de 2018 para recuperar lustre y competir con las grandes ligas del continente. La eterna Juventus se ha reforzado construyendo un super proyecto, pero son varios los que se dirigen al mercado de fichajes para no quedarse atrás. Italia lucha por resucitar a algunos de su viejos referentes.

Además de un Nápoles que está de vuelta y una Roma que crece de la mano de Monchi, la revolución ha llegado a Milán. El Inter ha alcanzado la Champions años después, y el Milan quiere olvidar su travesía por el desierto para volver con más fuerza que nunca. Su hoja de ruta empieza a estar muy clara.

El cambio en la propiedad y la directiva del club ha tenido consecuencias en el organigrama, en el que Leonardo encabezará la dirección deportiva con experiencia en el cargo y en el conjunto 'rossoneri', en el que fue jugador y más tarde entrenador. Su intención es seguir apostando por traer a jugadores contrastados, y se ha atrevido con traspasos importantes como el intercambio de Gonzalo Higuaín y Mattia Caldara por Leonardo Bonucci con la 'vecchia signora'.

En el banquillo también sueñan con un ex futbolista, un Frank Rijkaard que lleva algunos año retirado y que no vería con malos ojos aceptar el reto. En San Siro vivió sus mejores años sobre el césped, y después de unos años dedicados a la familia, podría ser un buen momento para volver a dedicarle tiempo a aquello que más le gusta. El fútbol.

El trabajo de Rijkaard en el Barça, argumento para el Milan

Una de las cuestiones que empujaría al Milan para contar con el holandés es su gran etapa en el FC Barcelona, donde sacudió a un equipo perdido y puso la semilla para un proyecto campeón. Con el de Amsterdam se ganaron dos ligas y una Champions, y en su plantilla ya asomaban nombres como los de Ronaldinho, Messi, Xavi, Puyol o Iniesta.

Ahora, la intención sería repetir una aventura similar en Italia, asegurando una apuesta de presente pero también de futuro. Los últimos intentos de los milaneses no han acabado de dar sus frutos, pero confían en que la gente de la casa pueda devolver la gloria perdida.