A estas alturas parece imposible, pero si alguien no conociera a Andrés Iniesta no entendería las dudas que se han generado alrededor de su renovación. A sus 33 años, el manchego no sólo se ha ganado la confianza de Ernesto Valverde, sino que está respondiendo sin fisuras y continúa siendo una figura clave en el Barça.

En Girona, el centrocampista ha vuelto a dar una clase magistral sobre como se juega al fútbol. La intensidad rojiblanca le apagó algo durante el primer tiempo, pero a medida que pasaron los minutos el mago de Fuentealbilla fue abriendo su maletín de trucos. Digno de mencionar fue su jugada marca de la casa en la segunda mitad, en la que con un cambio de ritmo rompió a dos rivales y tras un pase fallido recuperó la posesión para los suyos. Impecable.

Cuando todo el mundo se plantea si le alcanzarán las rotaciones del Txingurri, Iniesta las vive pero desde el césped. Le ha ido quitando la carga de minutos sustituyéndole en los últimos compromisos, pero parece no querer apartarle de la titularidad. Son 417 partidos del crack en LaLiga, y con este ya son 300 en el once inicial. Ahí es nada.

Valverde, revitalizante

Uno de los méritos de Ernesto Valverde desde su llegada al FC Barcelona es precisamente el efecto que ha tenido sobre la plantilla, que ha sufrido algunos cambios pero sigue manteniendo a sus pilares. Algunas piezas discutidas en los últimos meses parecen haber recuperado el brillo, y esto es algo que hay que atribuirle al nuevo ocupante del banquillo.