El FC Barcelona va lanzado a por todos los títulos en juego, pero la temporada es larga y hay altibajos a nivel individual y colectivo. En la Ciudad Condal no querían hacer sonar las alarmas pese a unos síntomas muy peligrosos, pero había una preocupación creciente por una estrella que había perdido la alegría. En el Camp Nou, y en Copa del Rey, Philippe Coutinho ha recuperado la sonrisa. 

En los últimos tiempos, las predicciones de Ernesto Valverde han ido cayendo una tras otra, y también ha acertado con la que lanzó sobre el carioca. Explicó el Txingurri tras el duelo contra el Girona que el crack había dado un paso adelante para dejar atrás sus penas, y que no le importaban las ocasiones falladas porque si seguían llegando, también llegaría el momento en el que entrarían.

Y dicho y hecho, porque apenas unos días después, el brasileño ha encontrado un premio que ha vuelto a empujar hacia arriba su confianza. En una eliminatoria complicada contra el Sevilla, el ex del Liverpool ha sido una de las notas positivas, porque la mala imagen del Ramón Sánchez Pizjuán ha quedado enterrada en el coliseo azulgrana a base de actitud y buenas sensaciones.

El atacante ha sido uno de los más activos en en el partido de vuelta de cuartos de final, encontrando el hueco perfecto entre la defensa y el centro del campo de los andaluces. En su intenso inicio se ha cruzado otro factor que ha colaborado en su redención, y es que Leo Messi le ha cedido un penalti que le ha servido para aparcar sus complejos.

En cuanto el balón ha besado la red, Coutinho ha dejado una mochila que le pesaba demasiado en las últimas jornadas, y si entonces había metido una marcha más, en este duelo ha subido a dos. Ha quedado claro que ha activado el interruptor porque desde luego parecía otro, más activo, más fresco, más inspirado y también más preciso que en el pasado reciente. Este es el Philippe al que todos quieren ver.

Coutinho, emocionado tras su redención en el Camp Nou

Y como el fútbol es sabio y a veces devuelve lo que quita, Coutinho ha anotado otro gol, igual o más importante que el que abría la lata. De contar sus disparos por disgustos a celebrar por partida doble ante la afición, que le ha correspondido con una cariñosa ovación cuando ha sido sustituido. "Lo estaba intentando en todos los partidos y no salía, pero nunca he dejado de trabajar duro y al final gracias a Dios lo he conseguido", ha confesado tras el encuentro.

Después de un periodo en el que ha tenido que escuchar mil y una acusaciones, el de Río ha callado a los que apuntaban a su fragilidad moral, porque la mejor cura para un bajón es acabar un encuentro siendo de los más contentos. Además, ha restado importancia al detalle de Messi, sabedor de que para su compañero y amigo, esto es un día más en la oficina. "Ha sido un gesto que demuestra, aún más, lo grande que es Messi. Todo ha sido muy natural, nada especial". Tras haber recuperado al mejor Coutinho, ahora toca mantenerlo.