El FC Barcelona tiene deberes pendientes en el próximo mercado de fichajes, y uno de los más importantes es la 'operación salida'. En la Ciudad Condal deben dar varias bajas porque ya se contemplaban en la planificación de la plantilla, pero además porque la crisis del coronavirus aprieta. Vender ayudaría notablemente a cuadrar las cuentas y además colaboraría a la hora de rebajar una masa salarial que sigue al límite.

Los rumores se han centrado en las últimas semanas en la figura de Ousmane Dembélé, que genera interés entre los grandes. El de Vernon todavía debe invertir tiempo en recuperarse de una lesión que le tendrá seis meses parado, pero hay fuentes que avisan que la misma confianza que tienen los médicos en que aparque su historial de problemas físicos y explote todo su potencial también la tienen sus pretendientes, que consideran que a sus 23 años y con las cualidades que posee, hay margen para que enderece su carrera y responda a las expectativas.

Los culés han recibido varias consultas por su estrella, pero la mayoría apuntan a una cesión. Esta posibilidad tendría ventajas porque permitiría mantener el control sobre el campeón del mundo, ahorrarse su alta ficha y reaccionar en caso de que recuperara la sonrisa en una aventura en otro campeonato de alto nivel. A él mismo no le desagradaría esta opción, ya que está convencido de demostrar al club que no se equivocó cuando realizó una apuesta de 105 millones de euros más otros 40 en variables.

Pero como en todos los casos, el préstamo también cuenta con algunos contras, y Philippe Coutinho es un ejemplo que pone en alerta a los responsables deportivos. El carioca ha pasado la campaña 2019-20 en el Bayern de Múnich, y los alemanes se han aprovechado de su talento -aunque con altibajos- para al final decidir que no están dispuestos a abonar los 120 millones de euros que se fijaron en su opción de compra.

El caso del carioca preocupa especialmente porque además de no haberse revalorizado, ahora tiene un año menos de contrato. Eso podría debilitar la posición negociadora del Barça, que conserva algo de margen porque su vinculación se extiende hasta 2023. Esto no sucedería con el galo, que está atado hasta 2022 y se arriesgaría a volver con sólo un año en la recámara, lo que obligaría a renovarle o a asumir pérdidas enormes.

Dembélé es una pregunta sin respuesta para el Barça

La pregunta sobre el destino de Ousmane Dembélé no tiene respuesta para el Barça, ya que cualquier camino que elija será arriesgado. Evidentemente, si hay incorporaciones alguien tendrá que marcharse, pero siendo un jugador tan joven, tiene años de sobra para mejorar y acabar consolidándose en la élite. Si se queda y no explota, también sería un problema, así que habrá que ver qué determinación se toma este verano.