El verano 2018 supuso un cambio notable en la planificación del FC Barcelona, que renovó la clase media del vestuario y apostó por una plantilla más corta pero más compensada. Durante mucho tiempo se estuvo diciendo que el conjunto azulgrana era más potente que en campañas anteriores, y finalmente estos elogios han podido comprobarse con pruebas reales sobre el terreno de juego.

Las lesiones están siendo el principal lastre de los catalanes en estos primeros meses del curso, pero en parte también se han convertido en una bendición. Está claro que, lleguen cuando lleguen, los problemas físicos no son deseados y siempre suponen un golpe duro para los afectados, pero no hay que obviar que han servido para dar oportunidades a futbolistas que sin contar con las bajas quizá no la hubieran tenido.

Recientemente, los suplentes culés han dado un paso adelante, y las sensaciones generales han sido muy positivas. Clément Lenglet se ganó un sitio porque no estaba Samuel Umtiti, Arturo Vidal ha sido la mejor respuesta a las dudas de una referencia recién llegada como Arthur, e incluso dos apartados como Malcom y Denis Suárez han empezado a crecer con la ausencias de Philippe Coutinho y la irregularidad de Ousmane Dembélé.

El buen momento a nivel colectivo es el culpable de que estos cambios no alteren la dinámica positiva del equipo, y el objetivo será mantener la rotación cuando todos estén sanos. Hay que empezar a desdramatizar el hecho de que alguna estrella pase por el banquillo, teniendo en cuenta también que lo que no es bueno es que haya olvidados, que se mantengan semanas lejos de los minutos e incluso de las convocatorias.

Un ejemplo claro de esta tendencia se encuentra en Coutinho y Dembélé, que han ido entrando y saliendo más que coincidiendo en los onces del Barça. Cuando el francés estaba 'desconectado', el carioca fue la mejor alternativa para el extremo izquierdo, y cuando al ex del Liverpool le ha llegado el bajón, el galo ha ocupado su sitio recuperando compromiso, ambición y rendimiento. Esta puede ser la clave para los títulos, que son la meta principal por la que se lucha en el Camp Nou.

El Barça tiene un once competitivo y un banquillo de mucho nivel

Contando con estos detalles, la conclusión más interesante es que el Barça puede proponer varios onces muy competitivos y seguir teniendo un banquillo de mucho nivel, que sirve como garantía en caso de que la cosa se complique sobre el césped. Liga, Champions y Copa del Rey presentarán algunas trampas más antes de que acabe la temporada, y el objetivo es responder a todos los desafíos que propongan los rivales y el calendario. La ambición en el vestuario es máxima, sea quien sea el que juegue.