Ante Panamá volvió a aparecer Leo Messi para regalar a los aficionados un golazo de falta directa desde más allá de los 25 metros. Un disparo de perfecto impacto, que cogió un efecto indescriptible y acabó bajando con una potencia increíble para que el guardameta panameño no pudiese hacer absolutamente nada para evitar el tanto.

Este era el octavo tanto de falta que Leo anotaba esta temporada. Los siete anteriores los firmó con el FC Barcelona y todos ellos fueron importantes en el marcador. O bien abrieron la lata o desencallaron un partido donde los de Luis Enrique no podían meterle mano a la defensa rival. Sea como fuere, el diez azulgrana ha mejorado de manera notable en sus lanzamientos.

Sólo hubo que ver los dos goles con los que deleitó al barcelonismo en el primer partido del curso, frente al Sevilla FC y en la final de la Supercopa de Europa. Allí, en Tiflis, igualaba primero el tanto inicial de Éver Banega y posteriormente avanzaba a los suyos dos a uno de un encuentro que acabaría decantándose de lado culé por cinco a cuatro.

En Liga BBVA 2015-2016 el Deportivo de la Coruña, Celta de Vigo, otra vez Sevilla y RCD Espanyol fueron víctima de los picotazos del mejor jugador del mundo. En Copa del Rey los españolistas también tuvieron que sufrir la pierna izquierda de Leo desde el golpe franco. Y ninguno de dichos tantos, por cierto, llegó de rebote, por fortuna o de "churri gol", no. Todos parecían en un principio imposibles hasta que el mago los hizo posibles. Golpe de varita y para adentro.

Todos con una técnica preciosa y precisa que hace realmente preguntarse a uno si Leo Messi es, a día de hoy, el mejor lanzador de faltas del mundo. Su plasticidad, estadísticas y mejoría están ahí como mejores argumentos. Otros tienen los medios y las campañas mediáticas para anotar una falta en tres años, Leo tiene el fútbol.