Tremendo cabreo el que se llevó Luis Suárez en el segundo tiempo del partido entre Uruguay y Venezuela en el que la albiceleste perdió y acabó eliminada de la Copa América Centenario 2016. El nueve estuvo calentando un buen rato en ese segundo tiempo para que, finalmente, Óscar Tabárez y sus ayudantes decidiesen dejarlo fuera del partido. Algo que provocó la ira del de Salto.

No había nadie en el planeta que quisiese jugar más ese partido que el propio Suárez, que acortó de forma imposible sus fases de recuperación de la lesión sufrida frente al Sevilla en el último partido con el Barça para llegar a ayudar a su combinado nacional. Todo ello se pudo ver en el intenso calentamiento del ariete, que lo dio todo para demostrar que se encontraba en perfectas condiciones. Pero finalmente no entró.

Matías Corujo fue el último elegido para hacer los tres cambios, algo que dejó a Suáre atónito y enfadado, como puede verse en las siguientes imágenes. El delantero pide explicaciones a los técnicos uruguayos que no saben que decirle. El jugador, fruto de la impotencia más palpable, le pegó un puñetazo al acrílico del banquillo y se sentó, prostrado dentro de este. A la vez se quitó la camiseta del calentamiento y la lanzó sobre el verde. No estaba para bromas.

"Luis quería participar en un partido para el que estaba incapacitado"

El segundo entrenador Celso Otero lo explicó de la siguiente manera: "No pasó nada grave. Simplemente que Luis quería participar de un partido en el cuál estaba imposibilitado físicamente de hacerlo. Nosotros somos parte de cuerpo técnico, y este cuerpo técnico tiene muy claro el estado de Luis en este momento.

Está avanzando en su evolución y esperamos que continúe hasta completar su sanación. Este no era el partido para él, y nosotros no exponemos a nuestros jugadores y mucho menos a nuestras personas más valiosas a cosas que no deben hacer. Llevamos muchos años en esto y cuidamos por sobre todas las cosas el valor personal de cada uno de los integrantes del plantel".

Otero también afirmó que el jugador ya sabía que no jugaría el partido. "Todos sabemos que el hombre que ama el fútbol la pasión lo desborda. Pero no pasó nada". "Cuándo está con la pelota en su poder, cuándo está con la camiseta celeste en sus manos, no contempla otras cosas que dar lo máximo. Pero tenemos muchos años en el fútbol, y tenemos mucho respeto por los grandes futbolistas. Y nunca los vamos a llevar a ninguno de ellos, por mejor resultado que busquemos, por el camino de que vuelvan a lesionarse, sin haber cumplido el ciclo de recuperación necesario, finalizó el técnico charrúa.