La estrella del Real Madrid que poco a poco va apagándose, Cristiano Ronaldo, volvió a protagonizar algunas escenas deplorables y de vergüenza ajena durante el partido disputado por su equipo contra el Athletic de Bilbao, este domingo en el Santiago Bernabéu.

El portugués, a quien no le salió nada a derechas a lo largo del encuentro, decidió pagar la frustración acumulada con sus compañeros, quejándose con gestos y aspavientos que ya ha mostrado en más de una ocasión con la camiseta merengue, y que no se entiende cómo aguantan el resto de integrantes de la plantilla merengue.

En una jugada puntual de la primera mitad, Cristiano se quedó solo en un mano a mano con Iraizoz, pero con la posibilidad de pasar el balón a dos compañeros suyos, mejor ubicados para enviar el balón al fondo de la portería. En vez de eso, decidió decidir él solo disparando un balón raso que el portero vasco no tuvo problemas en bloquear.

Justo después, se quejó a sus compañeros de falta de movilidad con una sonrisa irónica y un movimiento de brazos, creyendo como siempre que él lo hace todo bien y que los errores son siempre de sus compañeros. Independientemente de este hecho, fue habitual ver a Cristiano quejándose de que no le llegaban balones, o de que en alguna jugada no le pasaban la pelota al no estar lo suficientemente bien desmarcado.

El colmo llegó con el gol definitivo de Álvaro Morata, que ponía el 2-1 a falta de menos de diez minutos para el final. Lejos de alegrarse por la diana, justo cuando el balón rebasó la línea de gol se giró hacia el asistente y levantó el brazo, pidiendo Dios sabe qué, pero haciendo caso omiso de que su compañero acababa de marcar el gol del triunfo.

Luego felicitó a Morata con un ligero toque con la mano en su cabeza, pero ni siquiera se dignó a correr junto al resto de sus compañeros para celebrar el tanto. ¿Se le habrá olvidado a Cristiano que el fútbol es un deporte de equipo? Si es así, sólo tiene que fijarse en los partidos de Leo Messi.