Antes que el "Pep Team" existió el "Dream Team", ese equipo forjado a base de estilo y filosofía que en 1994 llegó a su clímax una noche en el Camp Nou. Fue un ocho de enero de 1994 cuando el equipo dirigido por Johan Cruyff disputó uno de sus encuentros más completos y creó, si no lo había hecho ya, una legión de seguidores que desde entonces le juraron amor eterno al FC Barcelona. 

Ese partido siempre será recordado por la cola de vaca de Romário a Alkorta, junto con sus tres goles, el espectacular mosaico mostrado por el Estadi con el lema "blaugrana al vent"... Y los cinco dedos de la mano de Toni Bruins Slot, señalando el humillante cinco a cero que el Barça le había endosado al Real Madrid. Gerard Piqué, nacido en eso y mamando ese barcelonismo desde niño, lo imitaría años después.

Pero en definitiva, ese Clásico significó la confirmación de que el "cruyffismo" había llegado a Can Barça para quedarse, estando el holandés o no en el club. Todo gracias al baño blaugrana que se coció con una alineación formada por Zubizarreta, Ferrer, Koeman, Goikoetxea, Guardiola, Amor, Bakero, Sergi, Nadal, Romario y Stoichkov. Una alineación que pasaría a la historia y que comenzaría con la rotura del delantero brasileño al vasco, en lo que dio paso al primer tanto culé a pase de Guardiola.

Hat-trick de Romário y la genialidad de Guardiola

El primer tiempo murió con ese uno a cero que dejaría paso a 45 minutos de exhibición blaugrana. Aparecía a los cuatro minutos Ronald Koeman para lanzar un trallazo de falta, de los suyos, al fondo de la portería defendía por Paco Buyo. Sin a penas tiempo para digerir el golpe, Pep Guardiola se inventaba una genialidad de pase de 30 metros. Este lo descifraba y recibía un Miquel Àngel Nadal que cedía a Romário para que este firmase su segundo gol. 

En el cuarto tanto aparecía un tal Luis Enrique, joven e inexperto... Con la camiseta madridista. Un error suyo en defensa hizo que Laudrup le robase la cartera, y le regalase al astro brasileño el que sería su "hat-trick". Todo ello, finalmente, acabó consagrándose con un tanto de un actor secundario como era Iván Iglesias. Este recibió un pase de Romário para apuntillar al equipo de Benito Floro. Victoria, "Manita" y superioridad futbolística y filosófica que se tradujo finalmente en la cuarta Liga consecutiva de ese Barça mágico que, una vez, soñó marcarle al Madrid cinco goles.