Es imposible acertar con todos los fichajes, pero en los últimos años el Barça parece haber dejado escapar varias oportunidades de perpetuar el estilo, la clase, la calidad y la excelencia de una plantilla caracterizada por una idea de juego. El vestuario azulgrana tiene grandísimas piezas, pero llora porque echa de menos a dos jóvenes cracks que encajarían a la perfección.

Se trata de Marco Asensio e Isco Alarcón, que cuentan con el agravante de que no sólo no están en la Ciudad Condal, sino que militan en el máximo rival. La historia del balear ya es de sobras conocida, pero la del malagueño ha tenido muchos giros de guión antes de una explosión definitiva en Madrid.

Porque el de Benalmádena pudo ser azulgrana y no lo fue, y pudo marcharse al Manchester City y acabó en el Santiago Bernabéu. No empezó con buen pie en la capital, pero cuando todo parecía perdido Zidane encontró la varita y la magia del centrocampista inundó a los blancos.

Esperanza Roja

Y no sólo a los blancos, porque Isco se ha convertido también en una referencia en la selección, donde junto a Marco Asensio representan el relevo generacional a un Andrés Iniesta y un David Silva con los que todavía comparten cancha. No parece haber forma de remendar el error, pero de todo en la vida se aprende, y el Barça debe aprender que la magia no se puede dejar escapar, nunca.