Sí hubo pasillo en el Clásico: Lo pusieron los técnicos para los jugadores del Barça

Era un Clásico con muy poco en juego, limitado a cuestiones estadísticas y de honor para los clubes, pero el FC Barcelona-Real Madrid que cerró los duelos de la temporada 2017-18 fue un duelo muy tenso. El ambiente se enrareció en la previa por una polémica impostada sobre el pasillo, que negaron los blancos y volvió al final, y por un terrible arbitraje que provocó chispas sobre el césped y quejas de unos y otros. El homenaje, después de todo, sí lo pudo ver el Camp Nou.

'Pasillo sí, pasillo no' fue la disputa de las semanas que precedieron al encuentro, como una rabieta de niños pequeños discutiendo sobre quién hizo qué y cuál de ellos lo negó primero. Zinedine Zidane le puso varias veces el punto y final al tema, y con los himnos y el salto al terreno de juego se apagó momentáneamente el incendio.

Cuando la batalla se acabó con el balón, Gerard Piqué, extrañamente conciliador a lo largo de los 90 minutos, dijo la suya, con un 'dardo' tan sutil como envenenado. En la improvisada fiesta que los azulgrana dedicaron a su afición, el central reclamó una celebración: "Como no nos han querido hacer el pasillo, le pido a nuestro staff que nos lo haga y con eso ya nos vamos".

El cuerpo técnico respondió gustosamente a la petición, a la del "pasillo de los hombres que cuidan del Barça", como definió el central. Mientras el público que todavía poblaba las gradas jaleaba, los asistentes del primer equipo aplaudieron a los futbolistas, que con Andrés Iniesta a la cabeza realizaron su particular desfile.

El staff técnico le ha hecho el pasillo a los jugadores
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?? Força Barça! pic.twitter.com/G6jRaQ5WKb

— FC Barcelona ?? (@FCBarcelona_es) 6 de mayo de 2018

Andrés Iniesta también recibió un homenaje

El que vivió una despedida más dura fue el propio Andrés Iniesta, que cada día es más consciente de que el día de su adiós está a punto de llegar. El manchego recalcó en su comunicado oficial que sabía que sería complicadísimo, pero de decirlo a vivirlo hay una gran diferencia, y lo está notando.

La ovación que le dedicaron los aficionados la agradeció devolviendo los aplausos, con cara seria y agachando la cabeza. Más tarde, descalzo y con el partido acabado, sí se le pudo ver sonreír, porque todos sus compañeros, contando, claro está, a los técnicos, intentaron levantarle el ánimo. Las despedidas siempre son amargas, pero al de Fuentealbilla todos intentan hacérsela dulce.