El Barcelona está en medio de una crisis institucional que ha afectado a todos los sectores del club. Hasta el momento la directiva culé, presidida por Josep María Bartomeu, pretende extenderla hasta donde puedan. En medio del voto de censura, los directivos continúan postergando el anuncio de las fechas para que se lleve a cabo el referéndum.

Bartomeu ha hecho todo lo posible para extender su estadía en las oficinas del Camp Nou: conseguir que Leo Messi se quede en el club por una temporada más, cuando quería irse este verano, o denunciar la falsificación de 300 firmas durante la moción de censura. Ahora, el presidente culé y su junta directiva retrasarán el anuncio de la fecha de la convocatoria para el referéndum hasta que la Generalitat confirme que hay garantías sanitarias para llevarlas a cabo.

El presidente blaugrana no citará a su junta hasta no disponer de todos los datos necesarios para llevar a cabo el referéndum que, seguramente, los convertirá en la primera junta directiva en la historia del Barcelona en ser obligada a abandonar sus cargos a consecuencia del descontento de los socios.

Aún sin público en el Camp Nou

El club se reunirá durante esta semana con la Generalitat para confirmar si existen las garantías sanitarias necesarias para llamar a votaciones el 1 y 2 de noviembre en sedes esparcidas por toda Catalunya. En el caso de que las condiciones no estén dadas, se recomendará esperar mejores circunstancias para llevar a cabo el referéndum. Sin embargo, según la Secretaría General de l’Esport, en ninguno de los casos las votaciones pueden superar el 31 de diciembre.

La junta debe buscar soluciones y evitar -aún más- el descontento de sus socios. Por eso, de acuerdo a la información que publica ‘Mundo Deportivo’, en cuanto Josep María Bartomeu confirme las garantías sanitarias para llevar a cabo el referéndum se reunirá con los directivos y planteará dos interrogantes: ¿Se someterán a las votaciones? ¿Dimitirán por voluntad propia?

Quedarse no está en los planes

Hay dos preguntas en el aire, pero ya tienen una certeza: no continuarán en las oficinas blaugranas. El descontento de los socios es evidente y el club ha sufrido, sobre todo durante la pandemia del COVID-19, las consecuencias de su mala administración, principalmente en el sector económico. A eso se le suma la ruptura de la relación entre el vestuario de la primera plantilla con la junta directiva culé.

El voto de censura es el resultado de una gestión que tiene más polémicas que aciertos y que ha llevado al club a una situación muy delicada. Los socios alcanzaron 20.687 firmas validadas para que se lleve a cabo el referéndum, cuando el mínimo que se exigía eran 16.520. Ahora, los directivos deberán decidir si quieren atravesar el desgaste institucional que suponen unas elecciones o abandonar sus cargos por voluntad propia.