Luego de los tropiezos en la Supercopa de España y esa montaña rusa de irregularidades que ha sido LaLiga para el FC Barcelona, la Copa del Rey luce como la posibilidad más asequible de celebrar un título en el presente curso. La sufrida victoria por los dieciseisavos de final ante un Cornellá que resistió estoicamente, supone una bocanada de oxígeno para un Barça que, pese a las dificultades, se mantiene en carrera por los tres torneos.

El encuentro escenificado en el Estadio Municipal de Cornellá no fue un partido más para el técnico neerlandés. A diferencia de su homólogo en el banquillo del Real Madrid, que cargó con una dura derrota a manos de un equipo de Segunda B, Koeman decidió poner toda la carne en el asador para obtener el pase a los octavos de final.

Consciente de la catástrofe blanca, el Barça no podía permitirse una debacle similar, por lo que salió con una actitud y disposición totalmente distintas. Al técnico azulgrana no le tembló el pulso para hacer los cambios en los momentos necesarios, incluso a pesar de que se tratase de una figura inamovible, en un partido que no dejaba margen de error.

Koeman no se da por satisfecho

Una nueva prórroga esta vez acaba con un final positivo para el Barça, no obstante, Ronald Koeman está al tanto de las carencias en el equipo y de la necesidad de hacer ajustes. Por ello, no se ha mostrado del todo conforme pese a avanzar a la siguiente fase, y ha lamentado especialmente el hecho de haber desperdiciado ocasiones claras de gol, entre ellas dos penaltis fallados.

Hoy la afición culé puede respirar tranquila a sabiendas de que continúa en la lucha por los títulos en juego, a pesar de que algunos lucen más cuesta arriba que otros, como LaLiga, donde el Barcelona es tercero a 10 puntos del líder; o la Champions, el quebradero de cabeza, con las siglas del PSG resonando insistentemente a medida que se aproxima el duelo por los octavos de final.