Recientemente se vio una entrevista de Messi en la que asegura no haberse equivocado con su decisión de partir al PSG, claro, tras no poder extender su permanencia en el Barcelona, club en el que se quería quedar y por el que hizo “todo lo que pidieron”, pero finalmente las cosas tomaron un rumbo distinto al que todos querían y esperaban.

Tras unos meses de aquel terremoto mundial que generó su salida del Barcelona y llegada a París, sacar conclusiones puede ser apresurado por estar en octubre, aunque bien serían necesarias y algo balsámicas para todos los que se quedaron con alguna duda tras lo ocurrido, porque resulta difícil pensar que después de tanto tiempo juntos no haya punto de entendimiento.

Afición

Es el sector más golpeado de toda la ecuación sin duda alguna ya que se fue el capitán, el ídolo, el canterano que ilusionaba a todos y para los culés, el mejor jugador de la historia no de su club, sino del fútbol en general. Ver el campo sin encontrar al 10 entre los titulares es complicado tras los muchos momentos de gloria que se vivieron juntos.

Depay es un gran jugador pero no termina de empaparse de barcelonismo, mientras que Ansu Fati tiene un temple envidiable pero le falta recorrido por su edad, además de ganar confianza entera tras estar tanto tiempo fuera por la grave lesión que cortó una proyección endemoniada en su carrera.

Club

Dejando aparte lo deportivo, el Barcelona sufrió un golpe institucional muy grande con la salida de Messi por los muchos patrocinios que se perdieron, los que se negaron a llegar y las dudas de los socios, fanáticos y jugadores. Tener a Messi era como dijo Koeman: “tapaba todo”, por muy duro que suene, porque un pésimo partido de los culés se solucionaba con un hat trick del argentino.

La leyenda

Messi no se va liso en el debate ni por asomo, ya que pese al gran contrato, bienvenida y la plantilla de lujo que se armó en París, lo que muchos vaticinaron en lo deportivo se viene cumpliendo. Juntar muchas estrellas jamás es la solución si entre ellas no hay conexión, tal como pasó en los galácticos del Real Madrid y también en el más reciente Barcelona.

Messi vive una nueva experiencia a una edad muy avanzada que solo a él se le permite como aventurero, pero las mieles de España no se comparan con las espinas de Francia, que ya le conocen sin que el argentino tenga alguna referencia clara de cómo driblar o esquivar a estos contrarios. Sin duda, un riesgo que puede diluir su tramo final de carrera.