No hay ningún tipo de dudas acerca del tremendo rendimiento ofensivo de Leo Messi y de Luis Suárez. Esta temporada, ya suman 28 tantos entre los dos (15 del argentino y 13 del uruguayo) y, de hecho, el '9' culé dio un recital en el RCD Stadium con un gol, una asistencia y un balón al poste. Pero también se está haciendo evidente que tenerles en el campo tiene un coste importante a nivel defensivo.

Desde hace algunas temporadas, el FC Barcelona ha perdido esa presión infernal que ejercía en la época de Pep Guardiola y que permitía recuperar el balón en campo contrario para llegar a la portería rival con más velocidad y menos metros por recorrer. Una consecuencia del sistema defensivo del equipo azulgrana, que libera totalmente de tareas defensivas a sus dos estrellas.

El Barça ya no defiende con 11 jugadores como en sus mejores tiempos, sino que ahora lo hace con nueve. Se desconoce si es por decisión del entrenador o por decisión de los propios jugadores, pero ya se está haciendo demasiado habitual ver a ocho jugadores defendiendo como locos mientras otros dos se quedan descolgados arriba, algo que es contraproducente hasta para el propio Messi y el propio Suárez.

El hecho de tener a dos jugadores libres de tareas defensivas hace que el balón ya no se recupere en campo contrario, sino en campo propio. Lo que supone que la pelota debe recorrer muchos más metros hasta la portería contraria, dando tiempo a los rivales de armarse defensivamente y posibilitando que lleguen con más facilidad al área de castigo culé. Adiós al control del juego, algo que los culés hace mucho que dejaron atrás para aferrarse a la inspiración divina de sus dos goleadores.

El gol de Wu Lei no fue casualidad

En el RCDE Stadium, se mascaba la tragedia desde la expulsión de Frenkie de Jong. Para recomponer el equipo, Ernesto Valverde decidió quitar a Antoine Griezmann, gris en ataque pero generoso en defensa, para adelantar a Sergi Roberto y colocar a Nélson Semedo en defensa. Ni así cambió la táctica de dejar a Leo Messi y a Luis Suárez arriba, totalmente descolgados del equipo, algo que el Espanyol aprovechó.

El Barça se partió por completo mientras que el Espanyol se lanzó a por el partido. La presión tras pérdida de los culés dejó de existir y, cuando por casualidad se recuperaba algún balón, el uruguayo y el argentino estaban demasiado lejos como para hacérselo llegar. Al final, el hecho de defender sin Messi, sin Suárez y sin De Jong pasó factura: el gol de Wu Lei se veía venir. Pero tampoco viene de nuevo, solo hay que ver la mayoría de partidos de la presente temporada. O el de Anfield...