Llegó al Camp Nou con algunas dudas, cuestionado tras tomar las riendas de uno de los grandes y con la losa de un peligroso mercado de fichajes, pero Ernesto Valverde ha demostrado que su FC Barcelona es una garantía. Todavía se está buscando a sí mismo, pero el Tingurri ha dejado claro que el suyo es un equipo con mayúsculas, y que desde el batacazo de la Supercopa ha cambiado mucho.

Con Pep Guardiola haciendo la delicias de la Premier League y el vertiginoso fútbol de Luis Enrique descartado tras la marcha de Neymar, el extremeño ha imprimido su carácter a un conjunto que no se olvida de sus raíces pero se ha vuelto mucho más práctico. Ya lo dijo Xavi, "este Barça tiene el 'ADN azulgrana'", pero en vez de un concepto global, como el que predica el de Santpedor, resuelve sus problemas uno a uno.

En vez de imponer un único estilo, la máquina que ha creado Valverde busca soluciones para todos los puzzles, leyendo los partidos a la perfección y marcando los tiempos antes de tomar decisiones. El técnico ha inculcado a sus pupilos que hay que saber defenderse para poder ir con seguridad a por los goles, que sí son el objetivo final, pero no a costa de enseñar las vergüenzas como ha ocurrido en los últimos tiempos.

Muchas caras

Cuando se trata de construir echa en falta varitas como la que usan Leo Messi o Andrés Iniesta, pero sin haber abordado todavía los fichajes y con Philippe Coutinho en espera, se maneja bien con lo que hay. Ha convertido a Paulinho en un arma tan sorprendente como eficaz, y no cabe olvidar que lo ha hecho con la baja del jugador más caro de la historia del club.

Este es un Barça que defiende, ataca, domina y se deja dominar, y al que no le importa dejarse ladrar si al final puede morder con el paso de los minutos. Y si no que se lo digan a un Zidane que lo apostó todo al primer tiempo del Clásico y acabó ahogandose en el demarraje culé en el segundo. "Hemos conseguido sobrepasar la presión del Madrid", explicaba Valverde tras el duelo. Su equipo analiza, actúa y machaca. Y le funciona.