El pasado domingo, el FC Barcelona cayó en el Santiago Bernabéu (2-0) en un partido que, pese a que los blancos recuperaron el liderato de Primera División, no es completamente decisivo para el campeonato por la cantidad de jornadas (12) que quedan por delante. Eso sí, las sensaciones que ofreció el equipo son bastante inquietantes de cara a lo que resta de temporada.

En especial por las dos caras que mostró el equipo. Al Barça del primer tiempo no hay nada que reprocharle, más allá de la puntería y la eficacia en los metros finales. El cuadro de Quique Setién sometió al de Zinedine Zidane y pudo marcharse al descanso con dos o tres goles de ventaja por la cantidad de ocasiones clarísimas que se desperdiciaron: un remate de Griezmann, un mano a mano de Arthur, otro de Messi...

Pero tras el descanso se hicieron muy evidentes los problemas de este equipo: el Barça se desplomó físicamente a un ritmo alarmante y perdió todo ese dominio que había tenido en el primer tiempo. De hecho, el conjunto azulgrana fue encerrado en su campo durante la mayor parte del segundo tiempo y Marc-André ter Stegen tuvo que aparecer en varias ocasiones antes del desafortunado gol de Vinicius.

Hay una jugada que tal vez escenifique a la perfección la caída física del FC Barcelona: el mano a mano en el que Messi se quedó solo ante Courtois pero que terminó con Varane y Marcelo ganándole la carrera y el brasileño despejando la pelota. El propio capitán culé reconoció hace poco que al equipo azulgrana, a día de hoy, "no le alcanza" para ganar la Champions League, y tal vez esa debilidad que los de Setién exhibieron en el segundo tiempo lo corrobore.

En líneas generales del partido, el Real Madrid no fue mejor que el Barça. Al menos, en lo futbolístico y contando lo visto en los 90 minutos. Pero está claro que los últimos 40 fueron teñidos completamente de blanco en un arreón que dejó a los blaugrana sin respuesta. 40 minutos que acabaron costando el Clásico y que pueden acabar costando cualquier eliminatoria europea.

Sin soluciones

La superioridad física del rival es algo que viene afectando al FC Barcelona desde hace algunas temporadas. En eliminatorias de Champions perdidas como las de la Juventus de Turín, la Roma o el Liverpool se evidenció que el equipo culé estaba por debajo en este aspecto. Es el talón de Aquiles de un equipo que ni siquiera refrescado por jugadores Griezmann o De Jong lo ha podido esquivar.