Si existen dos conceptos que son opuestos esos son “Barça” y “unanimidad”. Durante la vasta historia de la escuadra catalana, la división de sus hinchas y socios ha sido algo que ha estado presente. Pocas veces el barcelonismo ha tenido una postura unida. Ni aún en el mejor momento de Guardiola como entrenador y Messi como jugador.

Ningun entrenador, futbolista, directivo o socio ha logrado que todo el barcelonismo tenga una sola postura. Aunque esto puede ser visto como algo normal de un club que se rige de forma democrática, el detalle es que la falta de una postura común siempre ha terminado por fomentar enfrentamientos.

El pasado del club, a lo largo de su historia, tiene muchos casos que lo ejemplifican. Los ‘ismos’ que han dividido al barcelonismo se han vuelto una piedra de tranca que han diezmado la fuerza del club, pero esto debe cambiar. La llegada de Xavi debe iniciar una nueva etapa para la escuadra catalana. No solo futbolística, sino también institucional. En cuanto Xavi asuma el mando del club  necesitará unidad de todas los que hacen vida en el club.

Sin el apoyo total del club, será imposible que su proyecto sea un éxito. Xavi no solo necesita apoyo interno sino también externo. No deben existir dudas sobre la confianza en quien muy probablemente será el nuevo entrenador. Cualquier grieta solo empeorará la situación actual. La plantilla azulgrana requiere de un entrenador fuerte, incontestable, con poder, legitimidad y que también sea un auténtico líder. Porque el club requiere no solo de cambios profundos sino de una revolución.

Este sábado quedó en evidencia que el Barça podría ser mejor de lo que ha mostrado en lo que va de la actual temporada. Y más si se apuesta cada vez más por el talento joven como Nico y Gavi, que son el motor del futuro. De hecho, los canteranos fueron los mejores en el partido entre el Barcelona y el Alavés. Aun así, el talento y la ilusión no bastan.

Mucho por hacer

Sergi Barjuan, quien es el entrenador interino, no consiguió lo que se esperaba en su primer partido a cargo del club. El Barça jugó un poquito mejor que en los partidos en los que Koeman dirigía. Pero la diferencia sigue siendo muy poca ya que solo consiguieron un empate y perdieron dos puntos. Hubo algo más de intensidad y control del balón, pero al equipo le falta más contundencia en el ataque y conseguir crear más ocasiones de peligro.

Xavi tiene mucho trabajo para conseguir que este Barça vuelva a ser un equipo capaz de pelear contra los más grandes y ganar competencias. Para que el Barça vuelva a ser un equipo fuerte necesitará la ayuda de todos.