El derbi entre el FC Barcelona y el RCD Espanyol (1-0) ha tenido como ingrediente especial el hecho de ser el primer partido de Xavi Hernández como entrenador. Desde la previa, todo giraba en torno al egarense, el llamado para sacar a flote a un equipo que tuvo un mal arranque de temporada al mando de Ronald Koeman.

Al inicio saludó a los aficionados que colmaban en Camp Nou en respuesta al apoyo que le han dado poco antes de sentarse en el banquillo junto a sus asistentes. Pero no duraría mucho, el de Tarrasa se mantendría inquieto durante prácticamente la totalidad del partido, consciente de la presión sobre sus hombros.

Todo marchaba con normalidad hasta el inicio de los calentamientos. En ellos, todos los efectivos estaban realizando sus rutinas, algo que no se veía durante la ‘era Koeman’. Posteriormente, los titulares se ubicaron en sus posiciones habituales sobre el campo para simular lo que harían durante el partido.

No hubo calma para Xavi hasta el pitido final

Iniciado el compromiso, Xavi no paró de dar instrucciones a sus jugadores ni de estar atento a todo lo que ocurría: parecía un jugador más. Normalmente solía charlar con Sergio Busquets y Gerard Piqué, además de sugerir algunos ajustes posicionales a Ilias y dar apoyo constantemente a cada futbolista.

Quizá los momentos más álgidos para el egarense en su debut ocurrieron después de las polémicas sentencias por parte del colegiado, Carlos del Cerro Grande. Desde el primer minuto, Xavi se ha ganado a la afición que ya tiene grandes recuerdos de él como jugador y está ilusionada con su nueva etapa desde el banquillo.