El partido ante el Granada, que parecía una gran oportunidad para el FC Barcelona de meterse en los puestos de Champions, ha terminado con un amargo empate que supone un nuevo tropiezo para el equipo de Xavi Hernández, que ahora debe remar contra la corriente para escalar posiciones.

En el compromiso el egarense se la jugó con algunas modificaciones después de la tarjeta roja recibida por Gavi. El movimiento acarreaba algo de peligro al quedar con solo siete jugadores del primer equipo, por lo que una expulsión o una lesión grave de alguno de los efectivos en el campo habría provocado la suspensión del partido por alineación indebida.

Gerard Piqué ha estado muy cerca de marcharse a las duchas después de una dura entrada desde atrás sobre uno de los nazaríes. De hecho, la dirección de la transmisión televisiva había marcado una cartulina amarilla para el zaguero, lo que hacía pensar que el compromiso sería cancelado.

Xavi, dispuesto a todo

El míster azulgrana ha explicado que la jugada fue necesaria para preservar la posesión: “Es un riesgo que he tomado. Es una evidencia pero teníamos que controlar el partido y necesitábamos a Álvaro Sanz. Teníamos muchas pérdidas y lo necesitábamos. Hemos tomado ese riesgo porque quedaban diez o doce minutos y queríamos tener el balón”.

Por su parte, Piqué aseguró tras el compromiso que no había visto la tarjeta amarilla, desestimando que el Barça haya estado tan cerca de la alineación indebida. Además, en el acta del partido no figura la amonestación al defensor central, quien además envió un mensaje a ‘MisterChip’.