Después de varios años de altibajos, el FC Barcelona parecía haber encontrado la clave para su lateral derecho. Ernesto Valverde empezó a repartir minutos y equilibró la balanza entre Sergi Roberto, con experiencia en un puesto que ya no le resulta nuevo, y Nélson Semedo, mucho más adaptado al Camp Nou que en sus inicios. A pesar de todo, el portugués no está satisfecho con su participación, y ha llegado el momento de buscar soluciones.

Los rumores aseguran que si el lisboeta sigue presionando, el club escuchará ofertas, pero eso podría ser tomar el camino fácil. Y lo que es peor, los medios apuntan a que un escaso precio de 35-50 millones de euros contentaría a los dirigentes, que de momento señalan su cláusula de rescisión que se eleva hasta unos intimidantes 100 'kilos'. Aunque el verano será muy exigente en términos económicos y haga falta concretar algunos traspasos, desprenderse del ex del Benfica podría ser un error.

La presencia del canterano y la irrupción del prometedor Moussa Wagué cubrirían en parte una salida inesperada, pero hay que analizar la operación desde dos puntos de vista, económico y deportivo. En el primero, está claro que los mencionados 50 millones por un lateral son una cifra aceptable, pero hay que hacer valer un contrato que se extiende hasta 2022 y una cuestión clave, y es que desde que llegó, el futbolista no ha hecho más que progresar. Tiene 25 años y está en la edad perfecta, por lo que bueno y con potencial, hay que venderlo caro.

Y futbolísticamente, cualquier fichaje supone riesgos, y Semedo los ha ido derribando poco a poco. La timidez y desorientación que mostraba en sus primeros partidos han ido desapareciendo, para dejar paso a una velocidad muy útil, una potencia que complementa tanto a Leo Messi como a Ousmane Dembélé y a un atrevimiento que todavía está por pulir, pero que podría ser un objetivo para su tercera campaña como barcelonista, si es que finalmente llega.

Obviamente, nadie es imprescindible y el equipo seguirá adelante esté o no, pero resulta poco lógico tirar la toalla tan pronto por un jugador que funciona y que puede ir a más. El Barça no es para todos y el portugués ha demostrado que tiene futuro en la Ciudad Condal, o como mínimo un potencial que hace que valga la pena un intento por convencerle. El verano acabará dictando sentencia, y la temporada 2019-20 juzgará si se eligió bien o mal.

La peculiar cláusula de Semedo empieza a levantar sospechas

En medio de esta situación, hay una cláusula en el contrato de Semedo que empieza a levantar sospechas, y que aunque podría no tener culpa, supone un obstáculo añadido. Además de los cerca de 35 millones que se abonaron por su incorporación, el Barça pagará 5 más -ya lo ha hecho en una ocasión- cada vez que juegue 50 partidos -con un mínimo de 50 minutos disputados-. Esto sólo se cortará cuando sea renovado dos veces, y sabiendo que la masa salarial está al límite y no hay espacio para más, podría estar frenando su consolidación como carrilero titular.