El Arsenal tuvo un duro hueso por roer en la Copa de la Liga al enfrentarse con el Liverpool, uno de los equipos más peligrosos en el fútbol mundial actualmente liderados por Salah, que no estuvo presente en el duelo, uno de los más grises que se le recuerde al conjunto de Klopp en materia ofensiva, una de sus especialidades.

Granit Xhaka facilitó las cosas al Liverpool tras ser expulsado apenas en el minuto 20 del primer tiempo, dejando en inferioridad numérica gran parte del encuentro a sus compañeros, que aguantaron bien durante 70 minutos para secar por completo las intenciones que podían aparecer en el cerebro de los reds.

Ni la expulsión, ni la diferencia de plantillas ni tampoco las ideas de Firmino, Jota o Minamino, al que Klopp tanto alabó antes del juego, fueron capaces de darle claridad a un equipo que con la misma base y entrenador fueron campeones de Europa de forma contundente hace menos de 5 años.

Un rácano empate a cero que dejó en evidencia la falla en ataque que lleva el Liverpool, incapaz de alterar el arco de Ramsdale y en gran parte se resume con los 17 disparos que efectuaron los dirigidos por Klopp, pero solo uno al arco y sin gran peligro. Un 79% de posesión y más de cuatro veces los toques que consiguieron los gunners.

Arteta mantuvo a raya a los rivales y el mérito es enorme, ya que supo administrar de manera eficiente el partido, dando a sus jugadores las herramientas necesarias para plantarse ante los atacantes contrarios y un equipo que dio descanso muy pocos de los titulares habituales en competiciones de mayor nivel.

Revancha y cambios

Salvo la ausencia decretada de Aubameyang en cada partido del Arsenal, los gunners buscan reforzarse de manera evidente en este mercado de invierno y podrían lograrlo antes del partido de vuelta, pautado para el 20 de enero. El 0-0 pesa mucho a un Liverpool que se vio gris e inoperante ante 10 durante 70 minutos.