Messi hizo su debut en Champions con el PSG en un once casi de gala que solo extrañó a Verratti, además de Sergio Ramos, que sigue lesionado y puede extenderse al menos un mes si todo va como hasta ahora. El argentino tuvo un partido gris que empeoró desde el momento en el que Mbappé salió lesionado.

Neymar, Messi y Mbappé se plantaron ante el Brujas de Bélgica para inaugurar la Champions, el torneo que buscan sí o sí los parisinos a partir de esta temporada con la gran inversión que hicieron en salarios para fortalecer la plantilla, además de negarse a la venta de Kylian a final del último mercado de pases.

El rival facilitó los titulares porque fue una verdadera noche de brujas la que vivió el conjunto francés en Bélgica, esperando un destello personal de alguno de sus jugadores, como el que tuvo Mbappé para habilitar a Ander Herrera en el primer gol, pero poco se pudo hacer y en algunos de los momentos de peligro apareció Messi.

Un recorte hacia adentro, perfilado a la zurda y balón parabólico para el poste más lejano, algo que acostumbraba a hacer en el Barcelona siempre. Esta vez, ajeno a ese ritual, el balón no entró y la madera evitó el que hubiese sido un golazo auténtico para además estrenarse con el equipo esta temporada.

Las críticas a Messi y el equipo en general no se hicieron esperar tras lo visto en el campo, de hecho la prensa extranjera fue incluso más dura con el propio jugador, que se vio señalado a medias por los diarios franceses, aunque con la salvedad de que “es muy pronto” para un equipo que apenas se va conociendo.

Desencajado

Cada balón que tiene Messi empuja a sus compañeros a participar, algo muy frecuente en el Barcelona y que era normal verlo, pero en el PSG resalta esa actitud primero por la dependencia de conducción con Neymar o la explosión de Mbappé, segundo por la poca cultura de asociación en un fútbol más físico y tercero, porque todos esperan ver al argentino galopando de cara al gol.