El estreno liguero del FC Barcelona en San Mamés contra el Athletic Club da para preocuparse. Tal vez, no tanto por los tres puntos que se perdieron en Bilbao -que, con la victoria del Real Madrid en Balaídos, los culés se sitúan tres puntos por debajo en la pelea por LaLiga- sino por las sensaciones que transmitió el equipo.

El FC Barcelona empezó el partido dormido, con problemas defensivos a la espalda provocados por la velocidad de Iñaki Williams. Pero, lo peor de todo, fue la poca capacidad que tuvo el conjunto de Ernesto Valverde para generar peligro en la zona de creación. La falta de ideas de medio del campo hacia arriba deben generar más preocupación que los tres puntos que se perdieron.

Frenkie de Jong era una isla en la salida de balón desde atrás, ya que su sociedad con Sergi Roberto y Carles Aleñá no funcionó como sí lo había hecho en Nápoles. Con la entrada de Ivan Rakitic, el equipo ganó en control, pero siguió sin generar peligro. Además, el tridente formado por Luis Suárez, Antoine Griezmann y Ousmane Dembélé apenas inquietó a Iago Herrerín.

Luis Suárez peleó pero solamente pudo marcar en una acción en la que el Athletic Club le regaló el balón; Ousmane Dembélé estuvo totalmente desaparecido por la banda derecha y Antoine Griezmann​ se mostró descolocado y sin poder entrar en juego. Demasiados incendios para apagar ante la ausencia de Leo Messi, que se volvió a notar demasiado.

Sin el argentino, el FC Barcelona mostró un fútbol mediocre y poco incisivo, algo que no se entiende si vemos nombre por nombre los futbolistas que formaban el once inicial. Con el '10' en el campo, las ideas fluyen mucho mejor y el equipo funciona, pero el apagón que el Barça sufrió en San Mamés es inexplicable, teniendo en cuenta la calidad individual de los jugadores.

La esperanza de un equipo en construcción

Nuevamente, Ernesto Valverde fue uno de los grandes señalados por la derrota, ante una hinchada que no permitirá más errores del Txingurri. La esperanza del barcelonismo reside en que el equipo está en construcción y que las nuevas piezas deben acoplarse a base de tiempo y partidos al nuevo sistema de juego. Leo Messi no es eterno, a veces se lesiona y llegará un día en el que se marche. Y ese día no se puede ver a un equipo desestructurado como el del pasado viernes.