Si bien es cierto que Leo Messi siempre ha sentido sobre la nuca la presión de 40 millones de argentinos, ahora los seguidores de su país gritan más fuerte. Algunos le insultan, otros le reprochan y otros simplemente giran la cabeza, después de que absolutamente todos, hace unos meses, vistieran la camiseta del '10' del FC Barcelona cuando Messi barrió del mapa a Ecuador y garantizó la presencia de Argentina en este Mundial.

Pero ni a Messi ni a la albiceleste les han salido las cosas en los dos primeros partidos del torneo internacional, y eso ha provocado no sólo que Argentina esté con un pie fuera de la ronda de octavos de final, sino que además la avalancha de críticas hacia el principal líder de la albiceleste, la gran mayoría de ellas injustas, se oigan más fuerte que nunca.

En medio de este ambiente enrarecido, Leo Messi cumple este domingo 31 años. Lo hace como lo que es: el mejor jugador del mundo, sin discusión, y puede también que de la historia. Como han dicho Cesc Fábregas, Gerard Piqué, Lineker y otras personalidades del fútbol internacional en múltiples ocasiones, no necesita ganar un Mundial para demostrar lo que ya demuestra casi en cada partido.

Messi, pase lo que pase el próximo martes contra Nigeria, deberá quedarse con eso. Es el artífice de los mayores éxitos del FC Barcelona, el máximo goleador de la historia de Argentina, pese a quien le pese, y también ha podido ganar dos Copas América y un Mundial, el de Brasil 2014, si las respectivas finales de esos torneos hubiesen tenido un desarrollo distinto.

La suerte no ha querido que Messi gane nada con Argentina, y eso hierve la sangre de millones de argentinos con delirios de grandeza. Quizá esta nueva generación de Argentina, en la que se encuentra ahora Messi, no tenga la calidad suficiente como para ganar un Mundial. Y quizá Messi, aun siendo el mejor jugador del mundo, no pueda llevar él solo a su selección hacia la gloria.

Messi debe tomarse las críticas con filosofía

La cuestión es que Messi cumple 31 años este domingo, y en mitad de estas reflexiones y un sabor agridulce, deberá encajarlo todo con filosofía. El fútbol es una balanza en la que todo sube y baja en cuestión de momentos. Si firma una actuación brillante contra Nigeria y Argentina pasa a octavos, todos volverán a idolatrarle. Y el optimismo regresará. Ahora, el '10' sólo debe concentrarse. Y, durante unas horas, tomarse un respiro.