Lewandowski volvió a defraudar pese a marcar su 10º gol en Liga

Han tenido que disputarse 24 jornadas de LaLiga para que Robert Lewandowski alcance los diez goles. Él ha jugado 22 (1.770 minutos), con una media de una diana cada 177', es decir, ve portería cada 1,9 partidos. Es el dato más alarmante desde que el delantero polaco juega en la élite y que resume, de cierto modo, el momento que está viviendo como azulgrana. Ha dejado de ser la máxima referencia ofensiva del equipo y cada vez le cuesta más. 

Sigue siendo el máximo artillero del equipo, con 15 goles, y sus 'competidores' le miran desde muy lejos, pero igual la sorpresa se mantiene por la poca influencia goleadora que está teniendo en Liga. Antes de su gol contra el Alavés, había pasado 55 días (seis enfrentamientos) sin 'mojar'. No solo eso, porque cada vez a sus compañeros le cuestá más encontrarle en el área y sufre, mucho más, para ganarle la batalla a sus rivales. 

Para poner en contexto lo alarmante de los 10 goles en Liga en 24 jornadas, solo hay que recordar la temporada pasada. En las primeras diez fechas, había anotado 11 dianas: 2 contra la Real Sociedad, Real Valladolid, Elche y Villarreal, además de tantos contra Cádiz, Mallorca y Athletic. La diferencia es, como poco, abrumadora. Y es que, pese a las mini rachas y el acierto que pueda tener en ciertas noches, Lewandowski no ha sido el mismo desde que regresó del Mundial de Qatar. 

El 'problema' sin fin de Lewandowski 

Está menos 'fino' y los rivales saben tomarle la medida para reducir su impacto, al punto de que son pocas las veces que aparece en el área como el 'killer' que tanto necesita el Barça. Contra el Granada, no ha sido la excepción. Se quedó a medio gas y volvió a dejar la sensación de que muchas veces no le alcanza. Es muy cierto que el equipo muchas veces no le acompaña, pero es una situación preocupante que, semana a semana, deja conclusiones más negativas. 

Contra los nazaríes, aprovechó un buen balón filtrado para vencer en el mano a mano a Batalla. Una definición 'típica', que se sabe de memoria. Sirvió para devolver, de cierto modo, la tranquilidad al Barça con el empate. Era insuficiente y de allí su celebración, con rabia, animando al equipo a reaccionar de inmediato. El liderazgo no se lo discute nadie, pero resulta obligatorio que de un paso adelante. La gran duda es si le alcanzará para volver a ser determinante para los culés.