Desesperación es la palabra que mejor podría definir en estos momentos el estado de ánimo de Cristiano Ronaldo. El delantero portugués del Real Madrid protagonizó un retorno más que decepcionante este pasado miércoles contra el Real Betis en LaLiga Santander 2017-18, después de haberse perdido las cuatro primeras jornadas del campeonato por sanción.

Al igual que el resto de sus compañeros, fue irregular en el juego a lo largo de los noventa minutos y no fue capaz de materializar ninguna oportunidad de gol, lo que acabó provocando a la postre la victoria final de un Real Betis que hizo sangrar aún más la herida merengue.

Transcurridas cinco jornadas de LaLiga Santander 2017-18, quién iba a decir a Cristiano y al Real Madrid que marcharían octavos en la tabla de clasificación, y que el jugador portugués no habría marcado ni siquiera un gol para los suyos.

Este miércoles tuvo su primera oportunidad para hacerlo, y la desaprovechó. Mientras tanto, ha ido viendo por televisión, a lo largo de los últimos días, cómo el excepcional estado de forma del FC Barcelona y de Leo Messi han aupado al conjunto culé hasta la primera posición de la tabla de manera destacada, con cinco triunfos en cinco partidos, y a Messi de nuevo hasta el Olimpo del fútbol internacional.

Messi, inalcanzable para Cristiano Ronaldo

Nueve goles en cinco jornadas ha marcado ya el argentino, mientras que Cristiano no lleva ninguno. Sin lugar a dudas una bofetada más para el portugués, cuyo ego siempre ha dependido en gran parte de su capacidad de marcar goles y con ellos ayudar a conquistar títulos, y sobre todo de la voluntad de quedar por encima de Leo Messi en el imaginario colectivo.

No es posible, Cristiano. El delantero luso tendrá muy complicado alcanzar el magnífico nivel de forma en el que se encuentra Leo Messi, al menos por las sensaciones que se desprenden a día de hoy. Mucho deberá mejorar el Real Madrid, además, para que Cristiano empiece a tener oportunidades claras de gol y no tenga que buscarse la vida él mismo en el flanco de ataque. Lágrimas en Madrid y sonrisas en Barcelona.