A Zinedine Zidane se le vuelve a encender otro fuego dentro del vestuario cuando todavía no había extinguido el de James Rodríguez. Este es ya un viejo conocido, se trata de un Isco Alarcón que no se tomó nada bien su sustitución durante la segunda parte del Barça-Madrid

Y lo cierto es que el andaluz estaba siendo de lo poco salvable de su equipo durante el encuentro, por ello acabó enrabietado en el banquillo. Tras conocer que era él quien debía abandonar el terreno de juego para dejar paso a Casemiro, su gesto de incredulidad fue en aumento.

Tanto que al llegar a la banqueta "rezó en arameo" que suele decirse en estos caso. Pateó los petos de suplentes y no paró de gesticular durante varios minutos. Su enfado fue en aumento ante la pasividad de un "Zizou" que no le dijo nada.

Precisamente con el técnico había chocado la mano al salir, pero ya con cara de pocos amigos. Mas problemas por tanto para Zidane que tendrá que lidiar con un vestuario en el que como si de un polvorín se tratase, cualquier chispa puede hacerlo estalla. Por ahora la buena suerte en los resultados les está salvando de una catástrofe. Habrá que ver en un futuro no muy lejano.