Bajan muy revueltas las aguas en el Real Madrid, y la última derrota en el Santiago Bernabéu ha vuelto a elevar las tensiones. Aunque los jugadores también se llevan su parte de las críticas, muchas miradas se han dirigido al banquillo, donde la gestión de Zinedine Zidane ya genera dudas, y más después de la actitud que ha tomado el francés.

La primera crisis propia que afronta el marsellés amenaza con echarle de la casa blanca, después de ser vendido como el Pep Guardiola de los 'merengues' y conquistar por el camino un importante reguero de títulos. El que fuera ídolo como futbolista también lo ha sido en los banquillos, pero a medida que se ha acabado la flor y han empezado a verse las costuras, ha ido perdiendo su aura.

El que otrora fue "magnífico gestor del vestuario" hoy es acusado de previsible, y las decisiones que ni Florentino le cuestionaba se han empezado a volver en su contra. Su equipo logró hilvanar buen juego en algunos momentos de los últimos meses, pero en muchas ocasiones sobrevivió a base de arreones, y ahora que estos no le sirven, empiezan a brillas sus carencias tácticas.

Además de un incómodo enfrentamiento por los fichajes, a Zidane se lo está comiendo su batalla contra la prensa. En ningún momento del curso ha optado por hacer autocrítica, y ya nadie le compra su versión de que se pueden sacar conclusiones positivas. Explotó contra los medios en la previa del Villarreal, pero como la campaña se siga torciendo, va a tener que buscar nuevas explicaciones.

Salvación ¿imposible?

Con LaLiga empezando a preocupar por la cuarta plaza y la Copa sonrojándole a base de rivales de Segunda, la Champions parece la única salvación posible para Zinedine Zidane. Incluso aunque revalidara el título europeo podría saltar en verano, ya que Florentino ha demostrado que nunca se casa con nadie, pero, de momento, por el camino deberá derribar a adversarios tan temibles como el PSG. Está por ver si logra.