La final de Copa del Rey subraya que este Barça necesita un delantero centro

El FC Barcelona perdió este sábado la Copa del Rey, en la que se impuso un Valencia muy eficaz. En el Benito Villamarín mandaron los hombres de Marcelino García Toral porque hicieron mejor su trabajo, y porque supieron aprovechar las carencias de un adversario al que la reacción se le quedó a medias. Entre las conclusiones del duelo hay un mensaje muy claro para los catalanes.

Los azulgrana echaron demasiado de menos a Luis Suárez en Sevilla, porque pese a que el uruguayo pueda jugar mejor o peor, mermado o sano, con más o menos concentración, aporta una entrega y, sobre todo, asume una responsabilidad táctica que hoy por hoy no tiene réplica en ninguna de las piezas de las que dispone Ernesto Valverde en su plantilla.

En ataque, la primera parte de los culés fue un drama, y la defensa 'che' estuvo comodísima. Las dos líneas de cuatro dispuestas por el técnico valencianista no tenían a ningún rival infiltrado, y todo se redujo a tratar de penetrar el muro con una circulación de balón demasiado lenta y unas jugadas individuales que fallaban sin remedio, porque ni Leo Messi ni Philippe Coutiho podían regatear a cuatro zagueros cada vez.

El argentino se multiplicó en las inmediaciones del área, pero no puede ser asistente y rematador y en el punto de penalti, donde transcurre lo verdaderamente importante, no tenía a ningún compañero. Le faltaron socios y la mayoría de intentos llegaban desde la distancia, lo que facilitó mucho la tarea de un Jaume Doménech que brilló pese a que intervino poco porque estaba blindado.

Malcom fue el mejor socio de Messi, pero no fue suficiente

El Barça se sacudió las penas en el segundo tiempo con dos futbolistas más incisivos, Arturo Vidal y Malcom. El chileno no ofreció su mejor versión pero aún así tiene un recorrido que aún no puede calcar el académico Arthur, y el brasileño volvió a dar que pensar que podría marcharse del Camp Nou sin que los aficionados sepan, realmente, si tiene calidad suficiente como para asentarse en este equipo.

En cualquier caso, el de Sao Paulo puso intención, ganas y desborde y liberó de marca a Messi, lo que desatascó a los catalanes y valió para empezar a sumar ocasiones más claras. Aun así, la retaguardia del Valencia hizo un trabajo excelente y concedió muy poco, a pesar de que se incorporó Gerard Piqué a hacer las tareas que corresponden a ese necesario delantero centro.

La solución para el Barça no se llama Antoine Griezmann

En el fútbol no hay fórmulas mágicas y es difícil saber qué hubiera pasado, pero todo apunta a que la solución del Barça no se llama Antoine Griezmann. El de Macon, precisamente, juega más cómodo con una referencia a su lado, algo que le faltó a un Messi que lloró la baja de Luis Suárez y que el francés disfruta en el Atlético de Madrid con Diego Costa y en la selección con Olivier Giroud.

Que Éric Abidal le ponga el nombre que quiera, pero las cualidades que se buscan están muy claras y deben llegar con urgencia. En la Ciudad Condal hace falta un suplente para cuando Suárez no está fino, está lesionado o peor, no está, y debe ser un ariete que se mueva bien por las bandas pero, sobre todo, sobre todo, que en el área fije defensas y se mueva como pez en el agua.