Malcom mejoró al Barça... Y podría marcharse sin saber si puede triunfar como azulgrana

El FC Barcelona cerró este sábado una temporada agridulce con derrota en la final de la Copa del Rey. Los catalanes levantaron la Supercopa de España y meses más tarde LaLiga, pero se llevaron un disgusto en la Champions y no pudieron seguir la buena racha en su competición fetiche, en la que este año, la corona fue para el Valencia.

La primera mitad en el Benito Villamarín acabó condenando a los catalanes, demasiado fallones donde se deciden los partidos, en las áreas. Sin un delantero centro nato, los azulgrana se atascaron en la muralla que protegía a un Jaume Doménech que vivió muy tranquilo, mientras que al otro lado del campo, a Jasper Cillessen le metieron dos de las tres ocasiones generadas.

Con poco que perder, Ernesto Valverde movió el once al descanso, y le dio entrada a Malcom y Arturo Vidal. El centrocampista chileno estuvo menos brillante que en sus últimas actuaciones, pero su despliegue ayudó a mejorar las sensaciones generales más que la corrección y la gestión que siempre aporta Arthur, menos dado a pisar el área y a atreverse en aventuras ofensivas.

Pero una de las claves de la mejoría barcelonista fue el brasileño, que puso todo el desborde, la intención y las ganas que faltaron en los primeros 45 minutos. Leo Messi, ahogado antes del descanso porque no podía ser a la vez asistente y rematador, se vio más liberado porque compartió responsabilidades y pases con un compañero capaz de ser incisivo, y que participó en la mayoría de jugadas que acabaron en oportunidades peligrosas.

Del extremo de Sao Paulo se puede destacar que apareció donde y cuando tocaba, y se le pueden contar varias triangulaciones acertadas, pases atrevidos y una actitud insistente que le convirtió en un dolor de cabeza para José Luis Gayá. En el gol del argentino también apareció el ex del Girondins de Burdeos, ya que sirvió el córner que remató Clément Lenget antes del rebote que favoreció al '10'.

Malcom puede irse de un Barça que no sabe si vale la pena

Sin ánimo de ser ventajista, lo peor es que Malcom puede marcharse del Barça sin saber si tiene nivel para quedarse, porque a sus 22 años ha tenido partidos buenos y malos pero no la continuidad suficiente para evaluarle a fondo. El verano 2019 dictará sentencia y el joven tiene muchos números para marcharse, porque podrían llegar refuerzos a una delantera en la que habría aún menos oportunidades, porque su venta puede dejar ingresos importantes y porque ocupa una plaza para extracomunitarios que se podría aprovechar.