La resaca de la Copa del Rey se vive en medio de emoción, historia, leyendas y jóvenes que consiguen saborear por fin lo que es jugar en el Barcelona, el de verdad, el que nos enamoraba cada fin de semana. Ver ese partido de final era una mirada al pasado, como si todo fuese igual y ninguna crisis existiera.

El cuarto capitán Sergi Roberto sufría con las ocasiones falladas en la banda mientras los canteranos más jóvenes le veían calentar, al tiempo que Messi, que alguna vez estuvo en su puesto, esperaba paciente en el campo por algún espacio para destrozar las caderas y piernas rivales.

Lo hizo con dos goles, con otro jovencito al lado como Pedri, que no es canterano pero sí futuro, con Mingueza en un partidazo que desmiente los informes presentados a mitad de temporada y así, una lista interminable de jugadores en una gran mezcla de sensaciones, generaciones y buen fútbol.

Ansu Fati, Araujo, Mingueza, Ilaix Moriba, Konrad de la Fuente, Neto, Dest, Junior, De Jong, Pjanic, Pedri, Griezmann, Trincao, Matheus Fernandes y Braithwaite. Nombres que se apuntan en el libro culé de la historia y los títulos, con unos que salen y otros que se atornillan, pero una luminaria de debutantes en corona azulgrana que bastante lo necesitaban.

La misma noche en la que brillaron Messi, Busquets y Piqué al conseguir su séptima Copa del Rey, esa que al argentino le supo a doble mérito por ser el que más títulos ha ganado y pudo sumar uno más, esa que ahora tiene más nombres históricos para contarles a las futuras generaciones sobre la brega que dejaron para llegar a esta celebración.

Van por más

Koeman, que también se estrena como campeón desde el banquillo, celebró en grande la Copa y se dejó llevar por la emoción. “Es el primero, ahora vamos por LaLiga” soltó en medio de la emoción, para algunos un estímulo, para otros locura, pero el técnico y la plantilla reman en la misma dirección y quieren complicarle ocho jornadas a los equipos de la capital que buscan ganar la competición local.