Ha sido un verano difícil. El Borussia Dortmund lo puso muy difícil para dejar que Ousmane Dembélé cumpliera su sueño, y lo que prometía ser muy feliz pronto se volvió una pesadilla. Al poco de debutar con el FC Barcelona, una lesión le apartaba de los terrenos de juego por tres meses. Y ahora llega un Clásico... Que no vivirá sobre el césped.

Ya van tres en lo que va de temporada y es el tercero que se perderá el fichaje más caro de la historia del conjunto azulgrana. A la Supercopa no llegó por las negociaciones, y a LaLiga no llega porque el club le ha pedido paciencia. Una vez más. A sus 20 años será difícil de entender, pero las prisas no son buenas consejeras cuando se pueden abrir muchos más encuentros a cambio de dejar escapar al Real Madrid. El momento llegará, pero no será este sábado.

Las ilusiones de Dembélé de colarse en la lista de convocados habían renacido en las últimas semanas, en las que ha ido superando barreras hasta entrenar al mismo nivel que sus compañeros. El Barça presumía de tridente y el francés ya pensaba en vestirse de corto. Aunque fueran unos minutos, pero un partido grande y contra el máximo rival. Un buen desafío.

Pero al final se ha impuesto la cordura y la prudencia. Avisaba Ernesto Valverde hace unos días que prefería no tomar riesgos cuando para la guerra quedan aún muchas más batallas. El delantero se perderá una importante, pero será pieza destacada de muchas victorias. El Txingurri es el sentido común en un Barça que todavía no emociona pero tampoco desafina. La razón y los resultados le avalan.

Enero, al caer

Mientras acepta dar un paso atrás para dar varios adelante, Dembélé ya marca en rojo una fecha en su calendario. El 4 de enero los catalanes visitan Balaídos para la ida de octavos de Copa, y ese compromiso sí que no lo piensa perdonar. No tiene el 'glamour' de un Clásico, pero después de varios meses de vacío, sabrá como la más pura de la glorias. Y con un poco de suerte, habrá merecido la pena.