La planificación es un desastre y Setién se queda sin ideas: Fin de ciclo del Barça

El FC Barcelona volvió a tropezar este martes en LaLiga, y el Real Madrid ya se frota las manos pensando en la sentencia. Los pupilos de Zinedine Zidane se han adelantado gracias a sus propios chispazos y a los empujones arbitrales, que les han potenciado mientras su máximo rival se perdía en sus propias dudas. Las tablas contra el Atlético reflejan que el equipo no da para más y que al vestuario le ahoga la impotencia.

Si de algo ha servido la llegada de Quique Setién es para comprobar que Ernesto Valverde no era el problema, o al menos no el único. Al extremeño se le acusaba de conservador y de abusar de la solidez y la defensa, pero lo cierto es que este equipo sólo se sostiene con un ataque a ráfagas y se descose cada vez que le buscan las cosquillas, sea por sus despistes o por la insistencia de sus oponentes, más o menos fieros.

Pese a que su estilo es casi opuesto, el ex del Real Betis ha ofrecido a todas las preguntas las mismas respuestas que daba el Txingurri, que contestaba con tranquilidad que no dejaría de pelear pero que el vestuario no daba para más. Su sustituto, que llegó de forma precipitada y sorprendente, también ha insistido en que los canteranos están muy verdes y en que es complicado apartar a las vacas sagradas, limitadas por su veteranía y por su interés personal, que en unos casos beneficia y en otros tapona deportiva y económicamente a los posibles recambios.

Lo peor es comprobar cómo el cántabro mira al banquillo y no encuentra soluciones, y como poco a poco se ha quedado sin ideas. No le sirvió un 5-3-2 inútil para un grande, el 4-3-3 también se atascó y ni siquiera el 4-4-2 que caracterizó al de Viandar de la Vera pudo darle algo de oxígeno. Y de nuevo observando a los suplentes con un gesto revelador, del que sabe que tiene pocas piezas que mover y que las que tiene en el estuche tampoco convencen. ¿Quizá sacar otro centrocampista? ¿O un adolescente sin experiencia? Pero eso sí, sin delanteros de garantías.

El proyecto ganador empezó a resquebrajarse con la fuga de Neymar, pero se ha derrumbado a base de parches. Quizá faltó fortuna con las lesiones -y puede que el carácter- de Ousmane Dembélé, pero Philippe Coutinho se diluyó por su baja confianza y porque nadie sabía que papel interpretaba en el Camp Nou. Del carioca, un extraordinario media punta de carril central, nos convencieron que podía relevar a Andrés Iniesta, pero se quedó viajando a ninguna parte porque es evidente que ni es interior ni extremo, sino que desempeña una función que no existe en este Barça.

Y el del brasileño es un ejemplo entre otros muchos que subrayan la mala planificación, que parece obra de un Florentino más centrado en sus 'galácticos' que un grupo que combine, mezcle y se diferencie a base de fútbol, eso que tanto encumbró a los culés. Explicaciones hacen falta para la absurda apuesta por Antoine Griezmann, que es un futbolista de talla mundial que no tenía encaje ni puesto fijo en este proyecto. Tras años buscando un heredero para Luis Suárez, también se vendió que bastaría con el de Macon, que podía jugar en las tres posiciones de ataque. El resultado es de sobras conocido, ya que los 120 millones se pasean por el césped esforzándose en defender y sin apenas conectar con nadie.

Desde la barrera es muy fácil opinar, pero quizá Éric Abidal debería preocuparse menos de cuadrar números y atinar más al fichar. El experimento con el secretario técnico empezó de forma prometedora y con resultados positivos en lo financiero, pero en poco tiempo se ha notado que el éxodo de canteranos y las incorporaciones sin contrastar tampoco sirven para remendar la agujereada plantilla barcelonista. Y eso, por no mencionar sus roces con las estrellas, que con más o menos razón no debería haber hecho públicos, sino que tendría que haber resuelto en la caseta.

El futuro inmediato del Barça no pinta bien

El cúmulo de malas decisiones ha llegado en el peor momento posible, lo que basta para pensar en que el futuro inmediato no pinta bien. En plena crisis del coronavirus, con una masa salarial creciente y los precios por los suelos toca enderezar un camino minado de errores, y cuyas respuestas, esta vez desde la cúpula, tampoco acaban de satisfacer. Preparando un equipo joven, de largo recorrido y que recoja el testigo de un mito como Leo Messi, es chocante que se entregue a una perla como Arthur a cambio de un veterano de mucha clase como Miralem Pjanic.

Pero este sospechoso trueque es una duda más en el declive del mandato de Josep Maria Bartomeu, al que le queda un año que hace temer a la afición. Probablemente, el presidente no tenga todas las culpas que se le quieren otorgar, pero si es el mandamás debe responder en las duras y en las maduras. Está por ver qué sucederá en las elecciones desde 2021, pero muchos se preguntan ya qué va a pasar hasta entonces.

La consigna de aprovechar los últimos años del capitán se lanzó a viva voz pero no se ha creído en ningún momento, ya que de haber confiado en ella se hubiera procurado que estuviera rodeado de elementos más ideales para triunfar. La jugada de gastar millonadas y vender nombres ha sido totalmente nefasta, porque el esfuerzo colectivo ha derivado en dársela al '10' y esperar a que resuelva. El presente del proyecto se ha acabado, y ahora toca esperar a que el mañana sea mejor. Pero el problema es que este no llegará hasta 'pasado mañana', y que tras entregar LaLiga, también queda la Champions. Y una nueva temporada.