Durante los días previos al partido de cuartos de final de Champions League que el FC Barcelona jugaba contra el Bayern de Múnich, en 'FCBN' advertimos acerca de las intenciones de Quique Setién, que no eran otras que prescindir de Antoine Griezmann en el once inicial para reforzar el centro del campo en un cambio de sistema para contener el potencial de los bávaros: del 4-3-3 habitual, se pasó al 4-4-2.

Finalmente, el técnico santanderino cumplió con las informaciones avanzadas en este mismo medio de comunicación y apostó por un once ante el Bayern de Múnich un tanto más conservador que contra el Nápoles. En la portería y en la defensa no hubo cambios, pero sí en el centro del campo: entraron Sergio Busquets y Arturo Vidal y se mantuvieron Sergi Roberto y Frenkie de Jong.

Como ya hemos dicho, el gran sacrificado fue un Antoine Griezmann que tampoco tuvo su día en el partido de octavos de final contra el Nápoles. Como siempre, el francés trabajó en defensa y se esforzó, pero su poco acierto volvieron a marcar una actuación gris. Tal vez esa fuera una de las razones por las que a Quique Setién no le dolió tanto prescindir del galo para armar un centro del campo más poblado.

La idea del entrenador cántabro colocando a cuatro hombres en el centro del campo iba enmarcada en dos objetivos. El primero era tratar de tener más dominio del partido ante un rival, el Bayern de Múnich, al que también le gusta tener mucho el balón tanto para atacar como para defenderse. Con cuatro jugadores en la medular en lugar de tres, Quique Setién trató de generar superioridad numérica en la medular para discutir ese dominio.

El segundo objetivo de ese sistema era el rol de Leo Messi. Con más centrocampistas, Quique Setién tenía la intención de descolgar al astro argentino más arriba para liberarle de sus habituales tareas de creación para centrarse más en la finalización. Algo que se llevaba trabajando en las semanas previas al partido con el objetivo de sacar el máximo rendimiento del capitán culé.

Antoine Griezmann, sin continuidad

Antoine Griezmann ha conseguido ser el tercer máximo goleador del FC Barcelona en la presente temporada, pero las sensaciones que da sobre el terreno de juego no son las de tener una gran influencia en el juego. Partidos como el del Nápoles hacen que su rol en el equipo sea más frágil y que, en caso de apostar por un sistema más conservador, él sea el sacrificado.