Leo Messi ha sido el gran enemigo del madridismo en la última década del fútbol. Por fin, se cumple el sueño de muchos merengues: Messi quiere abandonar el Barcelona. Aun así, la supuesta salida de Leo deja muchas dudas y sobre todo dos corrientes de opinión en las calles de la capital española.

Por un lado, tenemos a los que piensan que, liberando a Messi, el Barça llevará a cabo una reconstrucción solvente gracias al cajón económico que representaría su salida; y por el otro, aquellos que opinan que su marcha es un golpe directo a la sien del barcelonismo y que el Barça se quedará K.O. unos años, antes de recuperarse.

Ambas teorías tienen algo de sentido. Algunos dirigentes del Real Madrid entienden como algo negativo que Messi salga del FC Barcelona, dado que, de ser así, liberará 100 millones de euros cada mes a las arcas del eterno rival. Todo ese dinero podría ayudar a llevar a cabo una transición generacional, necesaria en Can Barça, de muchísimo nivel.

Pero el fútbol lo siguen jugando los futbolistas y no los billetes. Está claro que el factor deportivo que pierde el Barça sin Leo Messi es devastador. El famoso burofax que llegó recientemente a la mesa de Bartomeu, por lo menos, permite a los madridistas a disfrutar de la felicidad del mal ajeno; la misma satisfacción que recibieron de los culés con la salida de Cristiano.

En Madrid no confían en la salida de Leo

Aun así, la mayoría se mantiene escéptica. Siguen sin ver al mejor jugador de todos los tiempos fuera del Camp Nou. Consideran que la operación que debería sacar a Messi del Camp Nou es inasumible para ningún equipo del mundo; mucho menos, teniendo en cuenta la situación económica que ha dejado el coronavirus.

Por no hablar del sueldo del argentino. En Madrid, se duda firmemente que algún equipo pueda hacerse cargo de la ficha del delantero sin superar los límites salariales que impone la UEFA. En un momento en el que todos los equipos pretenden rebajar salarios, la llegada de Messi los dispararía.