Tanto los jugadores como el entrenador no se han cansado de repetirlo en las últimas semanas: Este FC Barcelona todavía es un equipo en construcción. Pero lo cierto es que con apenas retoques en la plantilla, los azulgrana han mejorado sus sensaciones respecto a la temporada pasada. Aún queda mucho por crecer, pero el inicio es prometedor.

Gran parte del mérito es para Ernesto Valverde, que avisó que no se olvidaría de la filosofía del conjunto culé, pero que buscaría los ajustes necesarios para mejorar su rendimiento. Y, de momento, lo está consiguiendo, logrando además de resultados, una seguridad que los catalanes habían perdido en los últimos tiempos.

Desde su primer partido, este Barça ha cambiado mucho, y poco a poco se va adaptando a las exigencias del nuevo entrenador. El Txingurri ha devuelto el protagonismo a los laterales, y su participación es una de las claves en el juego. En la banda izquierda Jordi Alba y Lucas Digne han recuperado una profundida que les ha convertido casi en delanteros, mientras que en la derecha, a menudo con un extremo abierto, Nélson Semedo y Sergi Roberto ayudan a crear superioridades en el centro del campo y en el balance defensivo, algo que mermó las opciones de los hombres de Luis Enrique hace tan solo unos meses.

El ataque, un lunar

Pero si el ajuste en los laterales ha sirvido para dotar de consistencia al equipo, Ernesto Valverde aún trata de encontrar la mejor fórmula para el ataque, de momento demasiado dependiente de Leo Messi. Está claro que uno de sus grandes inconvenientes ha sido la baja de Ousmane Dembélé, pero al Barça parecen faltarle argumentos cuando no anota el argentino.

El mal momento de Luis Suárez, demasiado irregular y perdido tras alejarse de la portería, contrasta con la aportación coral en la cuenta de goles, en la que ahora participan más los centrocampistas e incluso los defensas. Sorprendentemente, los goles en propia también se han añadido a este registro, uno de los que cabe mejorar para estar preparados cuando llegue la hora de la verdad.