Marlon Santos disputa un balón

ANÁLISIS DEL NUEVO BARÇA

Recuperar la ambición y el deseo como camino al éxito

Publicación:24/07/2017 - 17:45h

Actualización:24/07/2017 - 17:52h

Sin poder extraer conclusiones tangibles tras los primeros 90 minutos con Valverde en el banquillo, sí podemos afirmar que se vieron pinceladas de un equipo hambriento, deseoso de luchar y ganar. Al talento de Neymar se le sumó la intensidad coral

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Decía Pep Guardiola hace años que "la presión arriba es una de las mejores armas para atacar". Un concepto que en el fútbol moderno se ha podido estilar en equipos como ese Barça del triplete en 2009, un bloque compacto que empezaba a defender justo después de perder el balón. "No puedes respirar ni un segundo porque siempre tienes a alguien encima", relataba Juanma Lillo en aquella época, cuando dirigía al Almería. 

A un talento irrepetible y una velocidad de vértigo en el movimiento de la pelota -contando la salida desde atrás y el juego asociativo en el centro del campo- se le añadió un trabajo defensivo impecable que permitía a los de arriba hincharse a marcar goles. "Si presionamos arriba y robamos el balón estaremos más cerca de la portería", resaltaba Pep en una rueda de prensa. 

Y claro, el Barça arrollaba a sus rivales con esa presión alta por bandera. ¿Recuerdan cuántos partidos se habían sentenciado al descanso con un 3-0 o 4-0? Y partidos de Champions ante rivales de entidad como el Bayern o el Olympique de Lyon. Esa intensidad defensiva forzaba errores en la defensa rival y del resto se encargaban Messi, Eto'o y Henry, con acciones individuales o mediante la ayuda de Xavi e Iniesta como conectores. Una apisonadora. 

A medida que fueron pasando los años, los técnicos sucesores de Pep -Tito, el Tata y Luis Enrique- tuvieron problemas para recuperar esa idea de presión arriba. Se mantuvo la hegemonía en España y siguieron llegando éxitos en Europa, pero más por el talento individual. La presión pasó a un segundo plano, aunque seguía existiendo un trabajo en bloque. Con 'Lucho' estos años, hemos visto un Barça que incluso se ha sentido cómodo dejando al rival dominar el tempo del partido para 'matarle' al contraataque -un recurso brillante y eficaz si se cuenta con la MSN-. Parece que es el Madrid el que opta ahora por el control en el centro.

Esa presión alta era fruto del deseo y el hambre por ganar. El Barça mordía, peleaba, no tenía fin para el tanque de gasolina. Siempre había un relevo, un acto solidario de un compañero, un "aquí estoy yo". Se trabajaba como equipo y los rivales sólo podían sucumbir ante una superioridad pocas veces vista antes.

Valverde quiere volver a los orígenes

Es prematuro sacar conclusiones tras un amistoso de pretemporada, más si es el primero. Pero sí sirve para construir un imaginario de cómo podría Valverde organizar al equipo. A priori, ante la Juventus no vimos un cambio en el 4-3-3, si bien Alcácer y Neymar estuvieron en constante campo ofensivo, con Messi bajando más al centro para organizar -algo ya habitual en las dos últimas campañas-, abandonando la banda derecha -Vidal tuvo mucho recorrido para adueñarse de la misma-. 

Lo que más soprendió ante la Juventus fue la presión de los hombres de Valverde. Sobre todo en la primera mitad, y más concretamente en los primeros 15 minutos de partido. Messi, Neymar, Alcácer, Iniesta... todos iban como locos a por el balón. Los jugadores de la Juventus, con experiencia y sin perder los nervios, veían como el Barça no les daba ni un respiro. La asfixia era total.

El Barça apretó arriba y sacó provecho de eso, causando un total de 8 pérdidas en la primera media hora. En mente una acción ofensiva de la Juventus por banda izquierda en la que llegó a haber cuatro jugadores azulgranas tapando posibles pases o centros. Una excelencia táctica remarcable para ser el primer amistoso. Messi, físicamente como una moto, bajó en varias ocasiones hasta el campo defensivo para recuperar balones. Y lo hizo. 

Un amistoso no sirve para sacar conclusiones, serían precipitadas, pero sí pudimos ver un Barça hambriento, anhelando marcar, deseando ganar, apretando por derribar al rival. El camino al éxito es ese, sin lugar a dudas. El talento está ahí, intocable. Faltan las piernas y que la cabeza pida lo mismo que el sábado: luchar para ganar. Este miércoles, segundo amistoso, ante el United, un equipo más rodado. Veremos si se mantiene esa presión arriba. 

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