La UEFA sigue presentando cambios en su normativa, al menos los asoma. Desde hace algunos años se le puso una barrera al gasto desmedido y entonces parecía una buena medida, ya que el límite salarial comenzó a equilibrar la balanza en el fútbol europeo y con esto, muchos equipos comenzaron a dar la talla en competiciones internacionales.

Todo un espejismo. Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, brindó un período de gracia a clubes como el PSG para ajustar sus cuentas hasta el 2023, pero en medio de este lapso podría aparecer una nueva normativa que ahorcará mucho más a distintos equipos del continente “en favor” de los más modestos.

Para el próximo mes de septiembre se llevará a cabo una cumbre en Suiza con la finalidad de informar los cambios que se harán a futuro y en concreto, desde la 22/23, temporada en la que entrará en vigencia un posible impuesto a los distintos equipos en relación a los gastos, siempre que estos superen los ingresos.

Si el tope salarial supera en un 20% el límite establecido para cada club entonces tendrían que pagar una cifra de hasta el doble de ese exceso. El dinero recaudado de cada club irá a un fondo que se repartirá entre los equipos restantes de la UEFA según el baremo establecido por este órgano rector.

¿Y los fanáticos?

Una de las grandes protestas en contra de la Superliga se sustentó en que era un ataque directo a la esencia del fútbol, la competitividad y el aficionado, sobre todo en el caso de aquellos clubes que dependen de socios y la grada principalmente, aunque paradójicamente en la lista estaban Real Madrid y Barcelona, que siguen al frente del proyecto y pertenecen a sus socios.

Pero en caso de establecerse esta nueva medida o reglamento estaríamos ante un golpe fuerte en la balanza de la historia y el sistema que se conoce hasta ahora en el fútbol, dejando de lado el mérito y trayectoria de los equipos para dar paso a una burda subasta de talento en la que el mejor postor será campeón.

Clubes como el PSG o el Manchester City cuentan con la ventaja de invertir según los fondos que se le inyecten desde sus propietarios árabes, lo mismo que el Chelsea con el dinero de Abramovich. En caso de exceder el límite, pagarían sin problema y sí, habría más dinero para los modestos y al mismo tiempo, mayor distancia sin contar con lo deportivo.

Reseteo inminente

Con este panorama la posibilidad de ver a este tipo de equipos siendo de un propietario es casi ineludible, a menos que resistan el golpe y prefieran luchar el doble. En caso de no convertirse en una Sociedad Anónima Deportiva entonces el esfuerzo debería ser exponencialmente mayor para poder producir por sí mismos el dinero que necesitan, más el dinero para competirle a los clubes de estado.

Solo por comenzar a jugar al vidente, tanto las entradas como las equipaciones de los equipos se dispararían a costos inalcanzables por la mayoría del público, generando una debacle en ingresos que tarde o temprano vuelve al inicio, ese que plantea acabar con más de un siglo de historia, bien sea por la ruina deportiva o por la pérdida de identidad.